Llevo tiempo observando, tanto a mi familia como a un grupo de selectos amigos ubedíes, cómo andan moviendo los hilos para que, con motivo del décimo aniversario de mi fallecimiento, el ayuntamiento ubetense, juntamente con otras instituciones o personas importantes de esta ciudad, me erijan un sencillo monumento, sufragado por suscripción popular, con mi busto fielmente modelado por Pablo y Paco Tito, encima de un largo plinto de piedra, precisamente junto al hogar donde tantos años viví: en lo que hoy son los jardines del Portillo del Santo Cristo… Yo, como bien sabéis, no soy (ni he sido) persona vanidosa y hubiese preferido un busto de un material menos lujoso; pero, siendo así vuestra voluntad, lo acepto gustoso…