Comida homenaje a don Fernando Sánchez Resa con motivo de su jubilación

Parador de Úbeda

29 de marzo 2014

 

Querido José M.ª:

Te adjunto este ramillete de sonetos, que glosan y retratan mi jubilación, de mi cuñado José Latorre García, hijo y nieto de insignes poetas. Tiene en su haber literario la publicación de un poemario estupendo (Desde mi atalaya, 27 de junio de 1999) y multitud de sonetos y poemas que continuamente dedica a familia y amigos, bien en papel o en servilleta, como crónicas poéticas de su acertado numen…

Con el deseo de que los publiques en nuestra página web y agradeciéndote todos tus desinteresados y valiosos servicios prestados, recibe un cordial y fuerte abrazo.

Fernando.

1

El cielo sollozaba entristecido

al ver que se marchaba un gran maestro.

Comodín de la escuela. El más diestro,

que jamás la Explanada había tenido.

 

Su homenaje, grandioso, concurrido.

¡Orgullo!, ya que él, es algo nuestro.

Y fue por muchos años, también vuestro.

Se notaba que era muy querido.

 

Perdóname Fernando por el fallo,

de escribirte un único soneto,

cuando a Juana le hice cuatro o cinco.

 

Me he puesto a toda prisa, como un rayo,

esperando igualar ese gran reto.

Escribo con cariño y con ahínco.

 

2

¡Qué gran suerte!, tener ese homenaje.

¡Qué gran suerte!, tener ese escenario.

¡Qué gran suerte!, el ambiente extraordinario.

¡Qué gran suerte!, tener ese paisaje.

 

¡Qué gran suerte!, escribir mi reportaje.

¡Qué gran suerte!, vivir sin un horario.

¡Qué gran suerte!, tener siempre un salario.

¡Qué gran suerte!, tener ese bagaje.

 

¡Qué gran suerte!, tener tantos amigos.

¡Qué gran suerte!, comer de esta manera.

¡Qué gran suerte!, el verte emocionado.

 

¡Qué gran suerte!, vivir sin enemigos.

¡Qué gran suerte!, vivir de esta manera.

¡Qué gran suerte!, tener este cuñado.

 

3

Tras los postres, la hora literaria.

Los halagos revuelan por la sala.

Comenzó el director esta gran gala,

que al final resultó extraordinaria.

 

Fernando, con mesura necesaria,

recorrió su vivir escala a escala.

A veces, la emoción le apuñalaba

y su voz se volvía refractaria.

 

Mas termina crecido en la lectura.

Tres folios, que tranquilo ha triturado,

con máxima audición del auditorio.

 

Ha hecho con palabras, gran pintura,

que a todos sin dudar nos ha gustado.

Estuviste brillante y muy notorio.

 

4

No solo te alabaron en docencia.

En escrito, tu hija Margarita,

glosó de una manera muy bonita,

lo que es, para ella tu presencia.

 

Como padre, eres la excelencia,

‑lo dijo con palabras de erudita‑.

La pasión por tu ser la lleva escrita.

Se nota que te adora y reverencia.

 

Y tus ojos se hicieron manantiales,

se sentían felices y gozosos,

entre el bosque de amigos silenciosos.

 

Aplauso general de comensales.

Fue gran joya y no una baratija,

la sincera palabra de tu hija.

 

5

Tras el juego floral acaecido,

una traca final. Tu bella esposa

-que estaba reluciente, esplendorosa-,

te cantó poseída por Cupido.

 

Te dijo lo feliz que es y ha sido,

que se siente y sentíase orgullosa,

que llevaba una vida muy dichosa,

teniendo a su Fernando por marido.

 

Después leyó un soneto tu cuñado

y vimos en imágenes tu vida,

en una proyección muy conseguida.

 

Con esto, tu homenaje se ha acabado.

Tras plasmar en sonetos, esta escena:

¡Fernando!, yo te doy la enhorabuena.

fsresa@gmail.com

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