Esto era una vez…
Un niño al que no le daba vergüenza casi nada… Siempre se echaba para adelante en clase, con su mano derecha levantada, para cantar o contar cualquier historia privada o pública. Su inocencia le hacía ver la vida de una manera distinta a muchos de sus compañeros que ya estaban más resabiados…
Disfrutaba mucho con la actividad física, y no era capaz de estarse quieto un momento, pues le impulsaban su poderío físico y su cerebro, que le hacían meterse, a veces “en camisa de once varas”; de lo que (luego) se lamentaba; pero pronto volvía a las andadas…