Por mi edad, no llegué a coger los anteriores planes de estudio de Magisterio en los que se entraba en la Safa de Úbeda para hacer varios cursos específicos o habiendo aprobado cuarto y reválida del bachiller elemental… Me embarqué (en el curso 1970-71) en el novedoso plan que se implantó en el año 1967: consistía en acceder a los estudios de Magisterio, como mínimo, habiendo superado sexto de bachiller y su correspondiente reválida; aunque se podía acceder también habiendo aprobado el preuniversitario, o cualquier curso o asignaturas de cualquier universidad española.
El plan consistía en superar los tres cursos en los que estaba diseñado. Los dos primeros, con catorce asignaturas cada uno, donde al menos la frase «Didáctica de…» iba por delante del título de muchas de ellas, aunque luego en verdad no se cumpliese totalmente, pues en la mayoría se daba el temario (si se podía en su totalidad; o no…) y poco más; salvo honrosas excepciones…
Una vez superado el segundo curso, había una reválida de estado que hacíamos en la Normal (Escuela de Magisterio) de Jaén, juntamente con todo el alumnado de Magisterio de la provincia…; y que daba acceso al tercer curso, que era totalmente de prácticas en una escuela graduada de la misma Úbeda, eligiendo el interesado la que más le cuadraba por motivos personales o profesionales (si era posible).
Para finalizar los estudios de maestro y obtener el título, se había de elaborar y entregar una memoria de todo lo acontecido en las prácticas de este curso. Todo ello se complementaba con charlas de los profesores al acabar la jornada escolar… Además, en un verano, se tenía que hacer (y aprobar) un mes de campamento: quince días de acampada y otra quincena en un albergue de la ciudad más próxima. A mí me tocó en la Alfaguara y Granada, respectivamente.
Estuve haciendo las prácticas en el Colegio Santísima Trinidad, cada trimestre en un curso diferente de la antigua EGB, con el fin de coger válidos ejemplos pedagógicos para mi futura vida profesional. Este plan tenía una fabulosa novedad pecuniaria: que te pagaban 13 500 pts., de las de entonces, por trimestre. Tuve la suerte de que mi padre (con el dinero que gané de los tres trimestres) me compró mi primer coche: un Seat 600 D de lance (de tercera mano), del que tengo gratos recuerdos por servirme para desplazarme, tanto a mis primeros lugares de trabajo docente (Tolox, Marbella, Rus…), como para poder realizar mis primeros escarceos amorosos…
Nuestra promoción tuvo la suerte (o la desgracia, según se mire) de hacer Primero de Magisterio por el sistema antiguo, con clases normales o magistrales (a la vieja usanza), mientras que en segundo nos tocó experimentar una nueva metodología, a la que se acogió la Safa de Úbeda (siempre tan innovadora y puntera…), en la que primaba la enseñanza personalizada, por lo que desaparecieron las clases normales y los libros de texto personales (pues todos estaban conformando la biblioteca de aula, que se podía y debía consultar permanentemente), trocándose en una continua elaboración de trabajos individuales o colectivos y puestas en común, al final de cada jornada, de las diferentes asignaturas…
Fue el primer (y no sería el último) experimento vital por el que íbamos a transitar a lo largo de nuestra dilatada vida profesional (donde ya llevo más de cuarenta años…), en la que ya hemos “padecido” siete leyes educativas, mientras los partidos políticos no se ponen de acuerdo (ni pretenden hacerlo, según comprobamos) y juegan a la Yenka con alumnado, profesorado y sociedad en general (según decía la canción: «Izquierda, izquierda; derecha, derecha; adelante, atrás…; un, dos, tres…»).
Y así seguimos…
Úbeda, 13 de octubre de 2013.
En 1.º de Magisterio ante la iglesia de los jesuitas de Úbeda.
25 años después.