Una de las actividades que nos propuso la periodista Olga Merino (Perros que ladran en el sótano, edit. Alfaguara), en el curso al que asistí el año pasado en el Ateneo de Barcelona, era un juego para literatos. Nos preguntaba que si, por uno de esos raros caprichos del destino, tuviéramos que elegir entre no volver a escribir una sola línea o no leer un libro nunca más, ¿qué elegiríamos? La mayoría respondimos, casi sin pensarlo, que «seguir leyendo» y ella estuvo de acuerdo: opinaba que dejar de leer significa la muerte instantánea. También decía que prescindir de la lectura es como intentar respirar en un mundo sin oxígeno. Nos contó que, tras ganar el premio Nobel, Mario Vargas Llosa dijo una frase sencilla y certera que causó admiración entre los asistentes: «Lo más importante que me ha pasado en la vida ha sido aprender a leer».