A don Stephan de Vos

Las primeras cuatro palabras que aprendí en francés me las enseñó don Esteban en este mismo colegio. Era el curso 60-61 del siglo pasado. No se me olvidarán jamás: amipolipianotapioca.

Don Esteban, entonces era un joven muy alto, oriundo (creía yo) de la France transpirenaica que trataba de acomodarse al “sano” clima de Úbeda, en sus buenos días de invierno, protegiendo su cuerpo con un pellizón gris pardo, digno de las películas alemanas de la posguerra. Lucía generosos sabañones en ambas manos y ambas orejas (no eran discriminatorios) y, por otra parte, muy comunes entre aquellos alumnos que apenas teníamos una docena de años.

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