Una nueva ruta partiría de esta plaza hacia el oeste, dejando la estatua a nuestra izquierda, deteniéndonos para ver los soportales (“Los portalillos”, dicen los ubetenses) y la fachada de lo que fue el Monterrey:
…estaba comiendo en su mesa habitual del Monterrey, en la planta de arriba, cerca de la ventana desde la que veía la plaza y hasta el balcón de su despacho. (Plenilunio, c. 4).
Para entrar en la calle Mesones, mirando el escaparate del fotógrafo (Ramiro, el Retratista), pasando ante la redacción del periódico Singladura, donde trabajaba Lorencito Quesada, mirando las tiendas de la calle Nueva (hoy Obispo Cobos), admirando la imponente mole del Hospital de Santiago, fundado como obra benéfica hospitalaria por el obispo don Diego de Los Cobos (hermano de Juan Vázquez de Molina).
Hospital de Santiago: fachada exterior (de día y de noche) y patio principal (de noche).
Fue encargada su construcción a Andrés de Vandelvira, que trazó una obra de gran magnitud y complejidad, que supuso el culmen de su manierismo. En su estructura, rompe con la planta tradicional de los hospitales en cruz difundida por los Reyes Católicos, ordenándose en torno a un gran patio de columnatas. En su origen se encontraba alejado del centro de la ciudad antigua, porque nació como hospital para enfermos de peste bubónica, función que compartía con las de residencia del obispo, capilla y funeraria. En el exterior se impone la grandiosidad y sobriedad en la decoración del edificio, sensación acentuada por las cuatro grandes torres que lo estructuran.
Si seguimos la calle, llegaremos hasta las Escuelas Profesionales de la Safa, el colegio y la iglesia de los jesuitas en Mágina:
…una de las primeras cosas que había preguntado era si aún existía el internado de los jesuitas y si seguía viviendo uno de sus fundadores, aquel cura, entonces joven, que, según él recordaba, le habían contado era pariente del general cuya estatua picoteada de disparos aún permanecía en el centro de la plaza. (Plenilunio, c. 6), «Alabado sea Dios», dijo el padre Orduña… (Plenilunio, c. 2) …con una estampa rancia de la Sagrada Familia… (Plenilunio, c. 2).
Colegio de los jesuitas (Safa): la iglesia y el internado.
Para la vuelta, tras dejar atrás el instituto San Juan de la Cruz, donde el protagonista recuerda sus estudios y sus paseos con Marina: …hasta la Torre Nueva (…) paseando por la acera del instituto, a la hora en que sonaba la campana y se abrían las puertas y mis amigos y yo cruzábamos la avenida para oír discos y beber cañas en el Martos (El jinete polaco, c. 15), elegimos hacerlo por la calle de la Trinidad, que conecta la zona norte con el centro, desembocando en la plaza del general Orduña, y en cuyo tramo medio se hallan los almacenes “El sistema métrico”:
…El dependiente que atendió a Lorencito no desmerecía del marco de su actividad, aunque su indumentaria y su peinado tal vez no habrían recibido el visto bueno de los jefes de El Sistema Métrico, partidarios acérrimos de la línea clásica en la presentación de sus empleados.
Calle de la Trinidad, con los escaparates del “Sistema Métrico”.
De nuevo en el centro, iniciamos la tercera ruta, la más monumental y, sin embargo, la menos señalada en sus novelas. Se trata de la Úbeda monumental, la de los palacios y las iglesias. Bajamos por la calle Real, dejando a la derecha la Imprenta (hoy, un bar de igual nombre) y a la izquierda la Casa de la Compañía, que fue sede del Casino y hoy es un comercio. A la derecha admiramos el Palacio de los Condes de Guadiana, que hasta hace poco albergó un Colegio de monjas Carmelitas. Enfrente, el Teatro Ideal, donde el autor recordaba las sesiones vespertinas. Este recorrido formaba parte del paseo de los adolescentes de Mágina:
…grupos de muchachas tomadas por el brazo paseándose por el Real y por la calle Nueva las tardes del domingo, yendo con velos blancos a la misa de Santa María… (El jinete polaco, c. 5)
Iglesia de la Trinidad Calle Real