Crónicas marianas, 04

Sigo mi ruta veraniega intentando que los chuzos de punta que desde el sucio mundo político nos caen no se me conviertan en carámbanos que, bien aguzados, me alcancen injustamente. Que me confío en que el calor de la estación los pueda derretir, haciéndolos inocuos, tal y como espera mi tocayo y sus secuaces que pase con la tempestad política. Allá ellos, pero el cadáver ya huele.

Los olores, sí, los olores de verano.

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