Y llegó el añorado día: sábado, 29 de junio de 2013. Los componentes de la Promoción de Magisterio 1970-73 estábamos citados, a las 10 de la mañana, en la Safa de Úbeda, para reencontrarnos fraternalmente.
Con el fresco de la mañana fueron llegando ‑gota a gota‑ los incondicionales que querían asistir al encuentro‑aniversario. Los sinceros besos y abrazos se intercambiaron con largueza. Las múltiples fotos y la íntima memoria (individual y colectiva) se encargarán de guardarlos toda la vida…
Como no podía ser menos, allí se presentó el fotógrafo del DIARIO JAÉN (cuya foto saldría publicada, al día siguiente, en el mencionado periódico) y otro particular (al que yo le había avisado para que dejara constancia profesional de los asistentes a este encuentro); pues cuarenta años es una cifra más que redonda para celebrarla y recordarla, siempre…
Además, tuvimos el honor de que llegaran para saludarnos: José M.ª Berzosa Sánchez (Presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos de Magisterio) y Francisco Bordés (Presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos Profesionales). El segundo nos leyó una carta explicándonos que, en este curso, se ha institucionalizado el Día del Antiguo Alumno para unificar todos los encuentros de todas las promociones Safa (sean de Profesionales o de Magisterio) para celebrarlo en el mes de mayo de todos los años venideros…
Tres fueron los escenarios escogidos para posar: delante del pórtico de la iglesia de los jesuitas, como ya lo hicimos en 1.º de Magisterio y hace quince años; delante del edificio central, con los consortes y amigos; y, una última, en la escalinata del patio porticado o paraninfo universitario… ¡Todas servirán para ser testigo fiel de los que allí estuvimos…!
Después visitamos (dulcemente recordando…), un tanto rápidamente, las principales estancias en las que transcurrió nuestra adolescencia y juventud formativa: La Siberia, que ya no se parecía en nada, ni siquiera en el frío que allí, durante nuestra carrera, hacía…; las aulas en las que estuvimos en Primero de Magisterio convertidas en salón de actos; la capilla de la parte de abajo; la cripta con aureola de túmulo funerario (un tanto deslavazada…); los patios, por los que tanto deambulamos, charlamos y jugamos, convertidos hoy a la quietud del tiempo y a su hieratismo…
Raudos marchamos ‑por las prisas de llegar a tiempo‑ a las Carmelitas Descalzas (en la calle Montiel), donde nos esperaba Margarita Sánchez Latorre (nuestra hija ‑de Margarita y Fernando‑) que dio una completísima conferencia en su iglesia ‑la primera parte sin micro y la segunda con él, con los aplausos del respetable y atento público‑ y unas explicaciones fabulosas (triplicadas) en el museo anexo: “Úbeda desconocida. Los tesoros de la clausura del Monasterio de la Purísima Concepción. RR. MM. Carmelitas Descalzas”; habiendo de hacer tres grupos, por el numeroso público asistente, pues ya en la iglesia nos juntamos más de un centenar de personas, quedando todas embobadas con las doctas explicaciones de la brillante Historiadora del Arte, que fue contando “historia pura de la Institución y de algunos de sus relevantes personajes carmelitanos”, haciéndosenos todo, tan ameno, como si nos estuviese contando un mágico cuento o una íntima historia familiar… Todos quedaron entusiasmados y felicitaron a la joven promesa por su sabiduría y buen hacer; también por el concienzudo trabajo de inventario que está realizando con los bienes muebles que este convento alberga, convirtiéndolo en científicas e interesantes ponencias que presenta a congresos; enriqueciendo, en definitiva, la propia y extensa bibliografía que el convento ya tiene…
A su término, unos dando un paseo por la parte baja y monumental de Úbeda y otros caminando rápidamente, nos desplazamos al restaurante El Marqués para tomar las bebidas frescas que todos precisábamos y comer un buen menú, acorde calidad‑precio (como hicimos hace quince años…). Las múltiples y variadas fotos; las interminables e interesantes charlas (queriendo recuperar el tiempo perdido…); los alegres y tiernos semblantes de todos… sirvieron para que el tiempo se paralizase; y eso que teníamos otra larga y poblada mesa (al lado) celebrando un bautizo, quienes, en los postres, con las palabras y cantos dedicados al evento que nosotros celebrábamos, pusieron sus oídos (y sus vivas y aplausos), que más parecían de nuestro grupo que ajeno; incluso, al final, cuando toda nuestra promoción se había marchado a descansar un rato, Margarita Latorre recitó la larga y divertida poesía “A veinte leguas de Pinto…” a ese grupo de invitados, después de que uno de ellos hubiese declamado “Cultivo una rosa blanca”…
Durante la comida, se pasó el listado (en blanco), con el objetivo de que todos los asistentes rellenasen sus datos personales más destacados: direcciones postales y/o electrónicas, teléfono fijo y/o móvil… para que, en un futuro, aún estemos más interconectados… Al final, se fue cobrando la comida y la visita que íbamos a realizar, a las siete de la tarde en VALDELVIRA TURISMO, por un precio más barato que individualmente.
Mi esposa (Margarita Latorre García) cantó ‑de memoria‑ lo que había compuesto para la reciente jubilación de sus compañeros del CEIP “Virgen de Guadalupe”: Martín, Juan Ramón y Rosa Mari; así como dos canciones de distinto estilo: “Si las mujeres mandasen” y “El preso número 9”, siendo del agrado de todos (tanto de los de nuestro grupo como del resto de los presentes en el salón) que aplaudieron a rabiar, diciendo todos a coro: «Tú sí que vales… »; y, en verdad, que valía (y vale) mucho…
Después, Margarita quiso regalar unos muñequitos, elaborados por ella misma, y Mateo Calero unos baldosines originalísimos (socarrat les llaman en la Comunidad Valenciana, cuya traducción al español es ‘quemado’), decorados por él mismo, que fueron la delicia y la gran sorpresa de la comida, pues todos nos llevamos ambas dádivas como preciado talismán de este aniversario. Era nuestro feliz cuadragésimo cumpleaños profesional, como promoción safista de longevos maestros; y estos dos oportunos regalos siempre lo corroborarán…
Después, llegada la hora de la siesta y como quedaba tiempo hasta las siete, nos fuimos despidiendo, pues la mayoría necesitaba descansar (el calor y esta época del año lo pedían a gritos), para poder proseguir la marcha hasta altas horas de la madrugada, como hace cuarenta ‑o menos‑ años… Alguno se marchó directamente a su población de origen (Madrid). Como otros habían venido de Valencia, La Roda de Albacete y Beas de Segura y/o algunos se habían alojado en Baeza (donde habían pernoctado o lo iban a hacer la próxima noche), hicieron lo propio para descansar. Los de Úbeda marchamos a nuestras casas y algunos forasteros se fueron a descansar en las terrazas de algún bar ubetense… Nos dimos la tregua suficiente para vernos a las siete, en la puerta de Vandelvira Turismo, más abajo del Teatro Ideal Cinema (en la calle Real), donde comenzaríamos una atípica visita, con cierto calor aún en el ambiente, a la que se fueron incorporando, en distintos momentos, los incondicionales que había decidido conocer Úbeda de manera diferente a lo habitual…
Y una muchachita de largas piernas, ojos azules y pantaloncito corto (con su botellita de agua en la mano) fue quien nos relató, sucintamente, el recorrido preparado con tres casas incluidas (andalusí, judía o cristiana), que le dieron un toque diferente a la estereotipada visita turística tradicional de los monumentos más típicos de la ciudad… Sus explicaciones no fueron demasiado estudiadas, pero sirvieron para hacernos una somera idea de lo que pudieron ser los judíos, cristianos y árabes que vivieron en nuestra ciudad (hace varios siglos); y que tratamos de aprehender con fotos y ansias de conocer continuadas…
Hasta que acabamos, pasadas las nueve de la noche (aunque era todavía de día…) y como ninguno de los presentes quiso apuntarse a ser pasivo espectador de los Cuentacuentos que por las plazas de la ciudad monumental se iban a contar, decidimos (democráticamente) mojar nuestros gaznates y templar los estómagos, de una manera sumamente pía (en el nombre, que no en el contenido), pues hicimos dos visitas extraordinarias: nos presentamos en Misa de 12 y en La Sacristía, en donde además de libar frescas bebidas a gusto del consumidor (unos amantes del alcohol y otros sin, por culpa de la posterior conducción), coronamos una feliz velada hasta que la noche se hizo dueña de la madrugada, en la que cada mochuelo se fue a su olivo…; aunque unos lo tenían más lejos que otros, ya que los de Úbeda pronto encontramos la camita y el descanso reparador, mientras que el resto tuvo que marchar a Baeza o a Beas de Segura para encontrarlos. ¡Más mérito tuvieron estos que aquellos! Quedaron por visitar Torno de Monjas y Cantina de Maitines. En otra ocasión será…
Terminamos plenos de chistes, buen humor y anécdotas (conocidas o desconocidas) de los tiempos de estudio safista; y con más de uno pidiendo la necesitad de volver a juntarnos antes de que lleguemos al quincuagésimo aniversario de nuestra promoción; pues, es posible, que hasta bastones u otros adminículos similares entorpezcan el encuentro, haciéndolo más lento y protésico de lo debido…
La noche se hizo fresca y andarina, en los cerros de nuestra amada Úbeda; y, a alguno, le pareció que sus árboles y monumentos más sobresalientes entonaban esta ululante y cálida melodía (a los safistas de la Promoción de Magisterio 1970‑73):
¡Cumpleaños feliz…,
cumpleaños feliz…,
os deseamos a todos
más encuentros aquí…!
Úbeda, 7 de julio de 2013.