Un paseo por Mágina, 03

Un recorrido por Mágina (o por Úbeda, si fuese meramente turístico o cultural), siempre empezaría por el centro neurálgico de esta ciudad, real o imaginada. Este no puede ser otro que la plaza de Andalucía (nombre actual), Plaza Vieja (como le llaman los ubetenses de raigambre) o del General Saro (nombre que mantuvo hasta hace una década, y que inspiró al autor para denominarla Plaza del General Orduña). Es una plaza de forma triangular, con ligera pendiente desde la calle Obispo Cobos (o calle Mesones, en Mágina) hacia la calle Corredera (calle del Mercado, en Mágina) y aún más marcada hacia el ángulo sur, la calle del Rastro, que continua con la calle Cava, reciente denominación, que recupera la antigua (y que en Mágina mantiene en todo su recorrido este nombre).

 

Estatua del General Saro (Orduña), restaurada.                    Plaza del General Saro y los portalillos.

En el lateral occidental, se hallan unos soportales (los “portalillos”), con columnas de piedra, que nos hacen recordar la evidente influencia castellana de la arquitectura de esta tierra. Estos soportales acogen una serie de establecimientos comerciales, aunque ha desaparecido el más señalado, el Casino (en Mágina, el Monterrey). En el lado norte, unos soportales de moderna factura acogen una sucursal bancaria (en Mágina, la Caja por antonomasia), y en la fachada sudeste los dos elementos arquitectónicos más destacados (también lo son en el imaginario del autor): la Torre del Reloj (con igual denominación en Mágina) y el antiguo palacio ducal, reconstruido en 1885 para las antiguas Carnicerías, y remodelado para ser ocupado por la Comisaría de Policía Local (donde se desarrolla la acción del inspector en Plenilunio, o de la policía franquista en El jinete polaco, o del comisario en Beatus illae. Esta figura es un guiño a un colega; el comisario no es otro que don Florencio Pérez, padre de Joaquín Sabina, que le contestó con el conocido soneto:

El primogénito del comisario Florencio Pérez,
pulcramente gana su jornal
de curtido funcionario
y el benjamín nos ha salido rana…

El espacio urbano, en su día con estructura de típica Plaza Mayor seudocastellana, resolvía su desnivel con un pavimento irregular con pendiente, en algunos puntos pronunciada, pero que mantenía una unidad visual que hoy se ha perdido irremediablemente con la construcción de un aparcamiento subterráneo, cuya terminación en superficie ha dado lugar a múltiples pronunciamientos en contra, de sus habitantes, incluido el propio autor, que en un conocido artículo (…Los bellos árboles que le daban sombra los han sustituido por grotescos maceteros de hierro, más propios de una urbanización sin carácter que de una ciudad histórica. La hermosa fuente, la estatua del general Saro, que atestiguaban la memoria de la ciudad, han sido eliminadas, como para resaltar la grosería urbanística de un aparcamiento que desfigura irreparablemente lo que fue el corazón de la ciudad y ahora es un espacio desolado… “Carta abierta a mis vecinos”, El País, 5‑12‑2004) se hacía eco del malestar de sus paisanos por el resultado de la remodelación urbana.

En la plaza, históricamente, se levantaba un conjunto escultórico, de mármol y piedra caliza, rematado por una estatua en bronce del General Saro. Este personaje que ha formado parte del paisaje urbano de Úbeda durante varios decenios (pese a no ser nativo de Úbeda, pues nació en Cuba, aunque residió mucho tiempo en ella e impulsó varias obras durante la Dictadura de Primo de Rivera) ha dado lugar a una polémica ciudadana, por haber sido retirada su estatua por las corporaciones democráticas en los noventa, y haberse vuelto a reponer recientemente.

Y la polémica prosigue:

…Pero no es chiste, Loren, ya que después de cinco años, terminadas las obras, el general seguía en la cárcel, quizás condenado a “cadena perpetua”. ¿Qué hubiera sido de Mágina, la ciudad que nuestro universal Antonio Muñoz Molina recrea en sus novelas? ¿Qué hubiera sido de la plaza sin su general Orduña…? Posiblemente, nuestro querido paisano y académico hubiera tenido que reescribir gran parte de su obra literaria, todo porque unos “demócratas” se creen los elegidos para prescribir qué estatuas son buenas o son malas, o cuáles se deben poner o se deben quitar. (Manuel Almagro, escritor local, publicado en Jaén, el 14‑4‑2007).

 

Plaza del General Orduña, Torre del Reloj y Comisaría – Torre del Reloj – Plaza del General Orduña y calle Cava.

La Torre del Reloj constituye un elemento simbólico de la ciudad, íntimamente ligada al acontecer ciudadano. En su origen era un torreón perteneciente a la muralla medieval, construido en el siglo XIII, defendiendo la desaparecida puerta de Toledo, que era la más transitada, pues era la entrada a la ciudad, entre otras, desde las poblaciones de Baeza, Jaén, Toledo, Córdoba, Sevilla y la misma corte. En la segunda mitad del siglo XVI se decide adaptar la torre para albergar un reloj y campanario, por lo que se añade el segundo cuerpo, donde se encuentra la maquinaria y un templete ochavado para el campanario del reloj. Exteriormente aparecen las armas de la ciudad y el escudo de los Austrias. La torre alberga otro elemento que acentúa su carácter simbólico: la imagen de Ntra. Sra. de los Remedios, muy vinculada a la historia de la ciudad. Muñoz Molina la incluye en varias novelas:

Engranajes herrumbrosos se mueven en el interior de las torres de las iglesias y en la gran torre del reloj que hay en la plaza del General Orduña y van marcando un tiempo lento y profundo que resuena cada cuarto de hora en el bronce de las campanas, irradiando sobre la ciudad ondas concéntricas que se propagan como sobre el agua lisa de un lago o de un estanque… (El viento de la Luna, 2006).

jl.rodri.s@gmail.com

Autor: José Luis Rodríguez Sánchez

Presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos de Magisterio de la SAFA de Úbeda (AAMSU)

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