El huracán que se aproximaba se hizo sentir el sábado, 18 de julio, por la tarde. Se habló de una sublevación militar en Marruecos, mientras que a la gente se la veía muy nerviosa, aunque nada anormal sucedió.
Llegado el domingo, el nerviosismo, amenazante y poco tranquilizador, se incrementó. El mayor de los silencios envolvía a la primera misa de la mañana, que estaba mediada de gente, percibiéndose sólo el murmullo de las oraciones litúrgicas recitadas por el oficiante…, cuando los fieles se alborotan al oír unas voces. Es una amenazante comisión ‑armada de sendos garrotes‑, que envía el alcalde para ordenar que no se toquen más las campanas… Cuando se van, vuelve la calma; y las siguientes misas transcurren sin incidentes, hasta que en la última, ante la proximidad de un grupo de exaltados, hubo de cerrarse la puerta de la iglesia.
No había llegado el mediodía, cuando un grupo de niños armados con palos vociferaba ante el convento, por lo que comprendí que era una temeridad tener abierta la puerta de la casa y, peor, salir a la calle. Pero no tuve más remedio que ir a dar consejo, luz y orientación a unas pobres religiosas, que me lo pidieron insistentemente. Salgo a la calle y no soy molestado por nadie; incluso, ese día parecía infundir más respeto el hábito religioso. No obstante, tanta calma inducía a la necesidad de vigilar.
Llegada la noche y acostada la comunidad, me quedé vigilando con un hermanito lego. Durante más de cuatro horas, todo fue normal. Había un silencio sepulcral en los alrededores del convento, solamente interrumpido por algún que otro individuo, garrote en mano. Uno de ellos lanza una maldición a los frailes y se va corriendo, cual si lo persiguiese algún difunto. El silencio se ve interrumpido por una radio vecina que transmite ‑nítidamente‑ Radio Madrid. Al acercarme a la ventana, oigo lo que dice. Ha sido sofocada la rebelión militar y se ha bombardeado a Cádiz, Ceuta, Melilla… Más tarde, hablaría Radio Jaén, que repite lo que Unión Radio.
Habiendo invocado la protección amorosa de la Santísima Virgen, me retiro a descansar, tras haber llamado a nuestros sustitutos en la guardia.
Úbeda, 27 de septiembre de 2012.