Mi opinión con respecto a la pertenencia genérica de Ardor guerrero es que por el simple hecho de rememorar la mili —esa encrucijada necesaria y ritualizada que con su cúmulo de insoslayables sinsabores conduce al recluta de un estado mental a otro— pertenece con pleno derecho a ese tipo de autobiografía llamado de “aprendizaje iniciático”.