He vuelto a leer el escrito “Los miedos en la vejez” de Blas Lara, porque describe una situación en la que, con bastante probabilidad, nos vamos a encontrar, si no es que nos encontramos ya, más de uno de los que somos asiduos de esta página. Debido a su importancia, quiero hacer una nueva intervención, porque me parece que en mi escrito anterior he cargado más el tono en hacer una descripción de lo que entiendo, experimentalmente, como miedo y he pasado de puntillas sobre algún antídoto para combatirlo. En este sentido, me parece muy acertada la intervención de Dionisio ‑“Cuando, en lugar de miedo, teníamos fe”‑ que, como vemos, aborda el tema desde la posición firme en la fe.