Nota preliminar del autor de las ?Décadas?

20-10-2010.
Algunos lectores de la página web de nuestra Asociación me han preguntado si pensaba continuar escribiendo y editando las Décadas; y, en caso negativo, que era una lástima…
En verdad que no pensaba hacerlo; pero, cuando he releído la última entrega de la Tercera Década, con la que se da por terminado el tercero y último de los cuadernillos encontrados por el arquitecto-transcriptor (como él a sí mismo se llama) en la casa que estaba remodelando, me he decidido a intervenir y ello por dos razones:

1) Porque a medida que iba releyendo cada uno de los capítulos que el dicho arquitecto enviaba para que los colocara nuestro presidente en la página web de nuestra Asociación, me daba cuenta de que los textos estaban salpicados de errores de diferente especie y calidad. Es posible que algunos de ellos se debieran a la transcripción del arquitecto; pero, en última instancia, el responsable soy yo.
2) Porque quedan muchos cabos sueltos en lo que se refiere a la historia de ciertos personajes que aparecen en las tres Décadas.
En cuanto a la cuestión de los errores, la mayor parte de ellos son de carácter puramente técnico‑narrativo. En un artículo de no hace mucho, Manuel Almagro Chinchilla daba a entender:
«[…] no necesariamente, la exposición de un pensamiento o una idea, que podemos considerar importante, puede llegar a ser interesante.
Interesante resulta si hemos sabido exponerla con soltura, lo suficientemente clara además de concisa, aunque adornada con ricos matices; sin olvidar un punto distendido, incluso el pequeño o gran toque de humor que revele el talante desenfadado y positivo del autor».
Efectivamente: una idea puede ser o parecer interesante, pero hay que saber exponerla con todas esas cualidades que el amigo Almagro subraya. Y yo puedo asegurar que no es nada fácil hacer que la ficción parezca verosímil y que la realidad se incruste en la ficción sin que ninguna de las dos resulte dañada. No, no es fácil. O, al menos, a mí no me ha resultado así. Aunque también es cierto que a escribir se aprende escribiendo.
Sea como fuere, y decidido a continuar la invención de las Décadas ‑y subrayo lo de «invención»‑, me dije que, ante todo y en primer lugar, debía subsanar los errores que aparecen, especialmente, en las dos primeras. A ello me he dedicado durante estas dos últimas semanas y ahora puedo asegurar que, salvo nueva equivocación mía, los textos parecen aceptables. Y de paso, pido perdón a los lectores por tantos descuidos y disparates.
En lo que respecta a los “cabos sueltos”, es posible que algunos lectores estén interesados por saber en qué quedaron, por ejemplo, las historias de personajes de Villajara, como Juanita, la “Atontá”; la de Carmen, la chica de la trenza, hija de una prostituta; la del amigo de infancia, Juanito, hijo del jefe de correos. Y la historia de personajes conocidos en la suiza Fribourg, como Mikel Lasa y Javier Tobajas o Chimo. Y, naturalmente, la historia ficcional del narrador‑protagonista, hilo conductor de las Décadas.
Mi voluntad y deseo actual está en relatarlas de la manera «más interesante» (Almagro Chinchilla). No sé si lo conseguiré, porque nada he empezado aún y porque pronto salgo de viaje. Esta “Nota aclaratoria” no es más que una declaración de intenciones.

Deja una respuesta