03-10-2010.
La enseñanza era seria y los aprendizajes se realizaban a la usanza de aquellos tiempos: muchas horas, mucha memoria, mucho esfuerzo y muchas ganas de trabajar. Todos los días pasábamos largos ratos en el salón de estudio, donde estaba penalizado hasta levantar la vista del libro. Nada de grupos ni de trabajo en equipo: alumno y libro se fundían al calor de la bombilla y así, poco a poco, letras y números se iban grabando lentamente en la memoria. Al día siguiente, lo mismo había que recitar la lista de los reyes godos, los ríos de España, los montes, los lagos, los cabos, los golfos, la tabla de multiplicar…