América, nuestra esperanza

16-10-2010.
La civilización, como los árboles filogenéticos de las especies biológicas, se va construyendo a partir de unas culturas sobre otras: Mesopotamia, asirios, egipcios, persas, griegos, romanos, árabes… El italiano Marco Polo se fue a China y, de vuelta, se trajo la imprenta, la pólvora y la brújula; y, con ellas, se inició un Renacimiento que permitió a Colón llegar a América. De allí nos vienen hoy los vientos del progreso; y, ayer mismo, un escritor ‑Vargas Llosa‑ ha sido premiado por llenar a los hombres de emociones con solo la palabra; la misma que utilizaba Cervantes.

Monumento a Colón delante del convento de La Rábida (Huelva).

El doce de octubre pasado han hecho quinientos dieciocho años que Colón y sus marineros quedaron extasiados al ser los primeros europeos que contemplaban América. La vida de este héroe y la historia de aquella epopeya son hechos que dignifican al género humano; y rememorarlas es un magnífico ejercicio para mantener la esperanza en el hombre y su civilización.
Pero los encuentros entre especies, personas, culturas… distintas, no están siempre llenos de equilibrio y entendimiento. De aquel encuentro entre americanos y europeos ‑encontronazo más bien, por lo instantáneo del descubrimiento de unos y otros‑, surgieron también hechos salvajes y execrables que a unos y otros nos avergüenzan.
Mantener la veracidad de los hechos históricos es un deber de todas las generaciones humanas; pero revolver en ellos, para situarse en un permanente memorial de agravios con el que alimentar los odios de unos contra otros, es una tarea con la cual los nacionalistas justifican la manipulación de los agraviados.

 

Mural de Daniel Vázquez (1929) que tapiza el interior del convento de La Rábida (Huelva) y donde aparece Colón exponiendo su teoría sobre el “camino a las Indias”.

La vida de Colón y el descubrimiento de América constituyen una epopeya tan grandiosa como la que compuso Homero de los héroes griegos; y conocerla es el mejor ejercicio para recargar el alma de confianza en el género humano.
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