Celibato

14-10-2010.
Algo escribí en su día acerca del tema de la pederastia sacerdotal en la Safa, tema que generó controversia y no era de esperar menos reacción entre nuestros compañeros de colegio y estudios. Cada cual es muy dueño de sus sentimientos, recuerdos y creencias y yo no quise, ni quiero ahora, atentar contra ello. No es, pues, este escrito para ahondar más en el tema.

Pero no me quitarán la razón si afirmo que, cada día más, se han ido conociendo casos en número más que significativo y en bastantes países. El Papa actual no cesa de compungirse y afirmar públicamente la tragedia de los hechos y la criminalidad de los mismos (y admite que no se reaccionó adecuadamente ante tal lacra).
Al hilo de la cosa, he leído que algunas autoridades eclesiales de Bélgica (y creo que de otros lugares también) empiezan a cuestionarse si todo lo sucedido no lo es por la persistencia del celibato entre el clero católico. Aunque se sabe que también la pederastia se ha producido entre clérigos evangélicos o anglicanos, que no son obligados, en principio, al estado célibe.
Mas, ¡ay!, que me temo que en verdad esté demasiado relacionado lo uno con lo otro. Y si es así, ¿se entiende que la Iglesia Católica mantenga, a capa y espada y como cosa intocable, el estado del celibato entre sus miembros consagrados…? Como muchos aspirantes a clérigos y otros ya tonsurados ni lo han entendido nunca ni lo pueden aguantar, pues allá que las pulsiones naturales o salgan por donde sea o incluso se tuerzan vergonzosamente. Y los que no aguantan honestamente (me refiero a su conciencia), pues se marchan.
A lo largo de la historia religiosa, hubo muchos sacerdotes y frailes (y monjas, aunque ello esté menos documentado) que no brillaron, desde luego, por mantenerse célibes (ni vírgenes). Los casos de sacerdotes amancebados siempre fueron notorios y la maledicencia popular siempre atribuyó, como cosa casi normal, el que el cura de turno tuviese ciertas “amas o sobrinas” y, desde luego, alguna parva de “sobrinos” a su alrededor. Se hacía la vista gorda, en la mayor parte de los casos (como en los que abren este escrito); siempre el silencio y la ocultación, para tapar la indisciplina.
Y me pregunto el porqué de tal ofuscación, que más perjudica que beneficia.
Creo, y perdóneseme la presunción, que viene de la gran montaña de pecado y de execración en que se convirtió todo lo relacionado con el sexo. Y, como todo lo relacionado con el sexo es pecaminoso, tentación del mal por placentero, germen de las más bajas pasiones, etc., etc., pues admitir que ellos (los religiosos) tienen los mismos vicios y los mantienen y acrecientan, al igual que los pérfidos mortales, pues es que no… Si, además, observamos que en la Iglesia Católica hay un instrumento eficacísimo de control y de conocimiento de las debilidades ajenas, como es la confesión personal y oral ante el sacerdote, y me atrevería a decir que más del noventa por ciento de las confesiones habidas recaen en temas sexuales, pues me dice usted con qué cara el clérigo casado y practicante del sexo confesaría a otras personas esos temas tan espinosos; y con qué convicción irían los fieles. Claro, siempre existen los que retuercen las interpretaciones a su favor y, como oí decir una vez a alguien: «Yo no me confieso nada más que de lo que me arrepiento y, como de esto no me arrepiento, pues no lo confieso…». Hábil estratagema, ¿no?

Autor: Mariano Valcárcel González

Decir que entré en SAFA Úbeda a los 4 años y salí a los 19 ya es bastante. Que terminé Magisterio en el 70 me identifica con una promoción concreta, así como que pasé también por FP - delineación. Y luego de cabeza al trabajo del que me jubilé en el 2011. Maestro de escuela, sí.

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