10-10-2010.
Estando mi hijo en Melilla, fuimos su madre y yo a estar con él una semana. En una clara mañana veraniega nos embarcamos en Málaga. La mar estaba en calma. Mi señora, por ser la primera vez que se montaba en un barco, iba asustada y más cuando, bajando las escaleras hacia nuestro camarote, decía que ella no se enterraba en el mar. Ya se fue serenando, después de derramar algunas lágrimas. El viaje lo hicimos casi todo en cubierta, después de haber pagado un pasaje de primera. Vimos desaparecer Málaga (España). Tras nosotros todo era alta mar.