Educación para ser personas

10-08-07.
«¡Qué revuelo!»: Así empezaba un célebre poema de Alberti.
¡Qué revuelo!, alrededor no de un torillo pillo sino de una iniciativa gubernamental para rellenar todavía más los contenidos en las enseñanzas no universitarias y sí obligatorias. «Educación para la Ciudadanía» la llaman.
Y se rasgan de inmediato las vestiduras los farisaicos de siempre.
 

No quiero entrar demasiado en profundidades de una materia que hasta ahora desconozco. Es verdad: no opine usted entonces; es verdad, lleva usted razón y peco (me acuso y confieso humildemente) del nefasto pecado de muchas y muchos españoles: opinar de lo que no se sabe.
Y no lo habría hecho si no me encuentro con que los que despotrican y lanzan soflamas incendiarias contra la tal materia, incluso ‑¡quién diría!‑ se atreven a pedir el boicot a la misma y la desobediencia a la ley, son los mismos que han detentado y tenido y tienen los mayores privilegios en materia educativa que se conozcan desde hace incluso siglos, acá en España. ¡Y lo dicen y justifican en aras a la libertad de conciencia; y a la libertad y el derecho a la decisión de qué tipo de educación quieren los padres para sus hijos; o el mismísimo derecho a darles ellos (supongo que sus padres) esa educación!
Si no me entrase tanta mala leche ante tales barbaridades esgrimidas, es que me reiría a carcajada limpia… ¿Los padres decidiendo y dando ellos mismos la educación en valores que desean para sus hijos? ¡Si yo me adhiero a ello! ¡Si es lo que queremos muchas y muchos enseñantes: que los padres asuman sus responsabilidades! Aseguro, sin temor a equivocación alguna, que mejor nos andaría. Pero lo cierto es que los padres lo único que desean es que se tomen a sus retoños durante unas horas determinadas y de esas horas de ‑digamos‑ alquiler, salgan luego al menos como los entregaron. Si además se les instruye, valor añadido; y si además (y esto es una puja) se les educa de acuerdo con nuestras convicciones, pues gloria. Además, y es lo de siempre: ¿donde no hay centros religiosos no hay pues derecho de esas familias, ninguno, a decidir lo que otros privilegiados sí que tienen?; ¿y cómo conjugamos esa supuesta libertad tan esgrimida como fundamental?; ¿no sería esta materia, pues, la que llegará a todas y a todos, independientemente de sus circunstancias?
No pueden decir ni argumentar, los que siempre trataron de monopolizar y adoctrinar (ellos sí que sí) las conciencias y tuvieron y tienen tantas facilidades para hacerlo; que con la nueva asignatura se trata de hacer lo mismo, pero en ideología política y en laicismo (que tal vez un poco haya, no lo dudo, pero es que ya era hora, ya…). Les cuento: cuando mi primera hija cursaba preescolar, hace unos veinte años, en centro concertado de monjitas, por imposición de su madre, que muy pronto se retractó de su error, estaba en plena ebullición la primera reforma educativa y la implantación de los consejos escolares; bien, se resistían como gato panza arriba estas santas hembras y sus incondicionales, diciendo y argumentando «que se trataba de adoctrinar y de controlar» a esos centros y por extensión a su alumnado. Sí, las mismas palabras que ahora largan los supuestamente afectados.
¿Es que no nos merecemos una asignatura que trate de formar ciudadanos?; ¡sí, ciudadanos, que esa es palabra muy grave y muy grande!; ciudadanos que respeten las leyes, porque las conozcan y las amen; ciudadanos que respeten la libertad de los otros, que es su propia libertad; ciudadanos que respeten la diversidad, pero que exijan a su vez unas reglas únicas para garantizarse que a su vez son respetados. Moral, ética, ¿es que siempre han de ser la moral católica o la ética cristiana?; ¿es que son las únicas que enseñar e imponer? Sí, es que se piensa así: que solo la moral católica es verdadera moral y por tanto es inadecuado, si no debería ser prohibido, el llamar así a las otras propuestas morales o éticas. ¿Y esa libertad que se aduce, dónde queda pues…? Cada cual con los suyos, y cada cual donde quiera y con quienes quiera. Enseñanza laica, confesional o neutra ¿dónde deben coincidir?: pues en esta asignatura de hombres libres y para conciencias libres.
Idealmente, a lo mejor se logra algo positivo de ello; a lo mejor resulta, si no se la condena a ser una “maría” más… Sería necesario que así sucediese, porque muchos de los males que están sucediendo en esta actual sociedad española son producto de la falta de educación en valores. (¿No se enseña la religión, y dónde está su positivo efecto, según aducen estos detractores de lo que no queda bajo su dominio…?).
No me cuenten cuentos chinos, amigos; no aduzcan torticeras razones, sacadas para su uso en la polémica, pero guardadas luego en el cajón de lo indeseable.
Vamos a ver lo que pasa: luego se verá. A lo peor ni funciona la cosa, como tantas otras…

Autor: Mariano Valcárcel González

Decir que entré en SAFA Úbeda a los 4 años y salí a los 19 ya es bastante. Que terminé Magisterio en el 70 me identifica con una promoción concreta, así como que pasé también por FP - delineación. Y luego de cabeza al trabajo del que me jubilé en el 2011. Maestro de escuela, sí.

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