20-08-07.

BASTABA CON HABER PUESTO LAS HUELLAS en los lugares secretos
del fuego para ser condenado a llevar antorchas
por el desierto y mantener las manos suspendidas
en la noche. Nadie caminaba descalzo por los pedregales
de brasas. Nadie pensaba en otra patria que no fuera
aquella eternidad de arena. Las herencias se pactaban