Más en serio que en broma

Parece ser que el día de Asamblea estuvo tan sacudido por los afectos, que a algunos se os aflojó la válvula del sentimiento y terminasteis con la voz quebrada, los ojos húmedos y el corazón encogido por la emoción. Yo también. Los recuerdos y los años aprietan cada vez más. En días así, cierras los ojos y abres la puerta a los recuerdos, y la memoria se llena de luces, sombras, situaciones y personas. Uno piensa en ellos y hasta parece que siguen con nosotros, que no nos han abandonado y que vuelven de nuevo a ofrecernos el placer de su amistad.

No la conozco, pero estoy absolutamente de acuerdo con Mercedes Alcázar. Nuestra despedida de las Escuelas no puede limitarse al “adiós muy buenas” y “si te he visto no me acuerdo”. Por eso, evoca sus años en aquella fundación que se llamó Aznaitín y de la que, hace tiempo, me habló el padre Mendoza con gran admiración. Bienvenida, Mercedes. Me has conseguido emocionar cuando hablas de la fuerza, del “ardor guerrero” –el adjetivo lo añado yo- de tus veinte años y de tu ilusión por seguir “luchando” -¿es o no, ardor guerrero?- por aquellos valores en que, a pesar del paso del tiempo, sigues creyendo. Si yo fuera un “progre”, o un cursilón como esos periodistas de la telebasura, te enviaría un besazo o mejor un besote, como se dice ahora. Pero, con tus palabras te has ganado mi respeto y admiración sincero. Por eso, desde lo más profundo, te digo: ¡Olé por las mujeres de la Safa! Y a tu marido y a tu hija, los felicito, de todo corazón, por tener una esposa y una madre como tú.
¡Lo que me he perdido! Para una vez al año que me resfrío y tiene que ser justamente ahora. Y es que, como me dice Diego Rodríguez en su carta, los virus atacan en el momento más inoportuno. Claro, que los míos debían tener tal malicia y bravura que después de dejarme hecho un guiñapo, a punto han estado de contaminar su ordenador, en Málaga. Virus catalanes, nacidos a la sombra del tripartito y especialmente entrenados por Carod. Realmente peligrosos.
Bromas aparte, amigo Diego, te repito, ahora públicamente, el calificativo que te dio mi compañera de despacho a la que hablé de tu libro ¿Qué pensará Bryan de nosotros? Eres una excepción maravillosa. Leerte es soñar y escucharte una delicia. Gracias por tu amistad.
Tus palabras al padre Mendoza son un ejemplo de sensibilidad y afecto conmovedores. Me llena de orgullo que, también tú, le llames hombre de Dios.
Como todas las semanas, la pasada fui a ver a mi madre, a animarla y pasar unas horas con ella. También está muy mayor y su memoria candilea como las luces del estudio de aquella Safa de los años cincuenta. Cuando le leí tu intervención, le dije que, al escucharla, el Padre se emocionó. Fue como tirar de un hilo inagotable de recuerdos. Hablamos de cuando nos vino a visitar en nuestros primeros años de estancia en Barcelona y de tantos momentos en que supo estar a nuestro lado y apoyarnos. Y enseguida surgieron esos sentimientos de gratitud que llenan de paz el corazón y el alma. Los dos terminamos haciendo pucherillos, y en los últimos diez minutos, antes de dejarla, tres veces me volvió a preguntar: ¿Cuándo dices que vendrá el Padre a vernos otra vez?
Entre llamadas de teléfono, visitas y reuniones, voy leyendo atentamente las intervenciones que recoge la página web. Me ha hecho reír Ángel Henares, a quien pronto veré en su casa de Igualada, con su presentación del rey de la picaresca Juan Márquez. Cómo me hubiera gustado verle y darle un abrazo a él y a Juani, su esposa, una de mis lectoras más incondicionales. Y a Pili, a quien conocí un verano en Siles, cuando Henares y yo no pasaríamos de los quince años. Ella no tendría más de trece. Fernando Sánchez Resa, a quien debo carta y agradecimiento. Impecable en estilo y en detalles. Destaco su recuerdo hacia don Isaac. Califica de intrépida, nada menos, a nuestra secretaria Mari Carmen Ruiz. Recoge las palabras de Manolo Ballesta, de Manuel Jesús y de José Martínez López, uno de los mejores atletas de la Safa de todos los tiempos. Un día lanzó la jabalina desde un extremo del campo de fútbol de la Tercera División y casi sale por el otro extremo. Desde aquí animo a Juan Ramón Martínez a que traiga a la página web esa “presentación supergraciosa” de José del Moral. Muy bien Fernando. Gracias a ti, los ausentes, hemos estado allí con la imaginación.
Y he querido dejar para el final la entrevista de Mariano Valcárcel al Rector. Cuando pienso en Mariano recuerdo aquella definición de epigrama que estudiábamos en Preceptiva Literaria:
A la abeja semejante
para que cause placer
el epigrama ha de ser
pequeño, fácil, picante.
Así es Mariano. Siempre inteligente, siempre incisivo, de miel, cuando habla de su mujer y de sus hijas. Pero vayamos a la entrevista. Tenemos la suerte de contar con un Rector joven, elegante y entusiasta. Más que un sacerdote parece un Consejero Delegado de Acerinox o Barklays Bank. Ocurrente y gracioso, con clase y empaque a rebosar. En nuestra entrevista, el año pasado, me dejó mudo.
Es una maravilla que piense en una Asociación con trescientos o cuatrocientos afiliados, capaz de encontrar objetivos y planes concretos y con autonomía propia. Decía San Francisco: “Nadie ponga al fuego su olla vacía esperando que sea el vecino quien venga a llenarla”. Que, por la frase, más que de Asís parece catalán del Panadés. ¿Verdad? Pero lo que es de puntilla y vuelta al ruedo es su expresión de que “no debe la suegra organizar la casa de la nuera”… ni del yerno, añado yo, que poco después de casarme, en una ocasión, entre ruido de cazuelas, oí a mi suegra decirle a mi mujer, que regresaba agotada del colegio: “Ya te advertí que lo pensaras bien antes de casarte con este pájaro. Pero tú siempre has hecho tu santa voluntad… y así te luce el pelo”. ¡Hay que ver, qué listos son los jesuitas!
Barcelona, seis de octubre de 2004.
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