Publicitando el divorcio: “The winner takes it all” – ABBA
El grupo sueco, que saltó a la fama al ganar Eurovisión en 1974 con la inmortal “Waterloo” debe su nombre a las iniciales de sus cuatro componentes: Anni-Frida (la morena cañón), Benny (el pianista con cara de bonachón), Björn (el guitarra y compositor) y Agnetha (la rubia solista), y eran dos matrimonios: los dos primeros y los dos segundos.
Pero el éxito traía sus inconvenientes: tras su quinto álbum en 1977 titulado simple y llanamente The Album, se embarcaron en una maratoniana gira por Europa y Australia en la que se pudo evidenciar cómo Agnetha sufría cada vez que tenía que tomar un avión, el pavor que sentía al alejarse de sus hijos Linda y Christian y, sobre todo, el miedo de tener que lidiar a diario con una jauría de seguidores. “A veces fue horrible. Sentí que los fans se apoderaban de mí y que nunca me dejarían escapar. Era como si fuera a ser aplastada”.
Las relaciones se fueron deteriorando, y tres meses después de asistir a la boda de los otros dos miembros del grupo, ambos dijeron basta y empezaron a tramitar los papeles del divorcio, que se hizo público en julio de 1980, curiosamente pocos días antes de que viera la luz el single “The winner takes it all.”
Éxitos por chiripa (2): ‘Entre dos aguas’, de Paco de Lucía.
En medio de este apartado de letras de canciones, una canción sin letra. ¿Por qué? Porque es la pieza flamenca de más éxito en España y porque la guitarra de Paco de Lucía siempre cuenta una historia, aunque no tenga letra explícita.
“Entre dos aguas” está inspirada en Algeciras, su tierra, entre las aguas del Atlántico y del Mediterráneo. Y lo más curioso es que se creó por casualidad y en el último momento: terminaba su contrato con Polygram-Philips, y tras varios discos clásicos de temas flamencos tenía que grabar un LP en ese mismo año, que ya tenía hasta título (“Fuente y caudal”), y donde quería dar un cambio estilístico profundo, cuidando hasta el milímetro cada canción. Acercándose la fecha de entrega de las cintas máster, le faltaba un tema. Ante la presión del productor de la discográfica José Torregrosa, (que también transcribía las melodías al pentagrama…ya volveremos sobre este asunto) Paco de Lucía decidió introducir esta canción sin mucha confianza, solo para rellenar (en las propias guías oficiales de la discográfica, aparece como una “canción de relleno”). Le acompañó su hermano Ramón de Algeciras, quitó el clásico acompañamiento de palmas, le añadió el bajo de Eduardo García, unos bongos de Pepe Ébano y un cajón peruano (instrumento que descubrió en su gira americana, oyendo al músico Caitro Soto, que acompañaba a Chabuca Granda con un cubo de madera sobre el que se sentaba para golpearlo como instrumento de percusión. El cajón peruano se incorporó al flamenco para nunca ya abandonarlo). Y mira lo que pasó.
Curiosamente, esta balada con violín es la canción más conocida de una banda de rock progresivo y surgió de forma inesperada, escrita por su guitarrista Kerry Livgren. Como era una rareza en la línea habitual del grupo, la prensa especializada tenía curiosidad por saber de su génesis, con escaso éxito, pues el grupo era conocido por su nulo afecto a los críticos musicales. Años después de componerla, un importante redactor de una conocida revista musical americana consiguió una entrevista, donde por fin se sinceró: contó que estaba leyendo un libro de poesía sobre indios americanos y le llamó la atención un verso de un jefe indio que decía «for all we are is dust in the wind», (“todo lo que somos es polvo en el viento”). Le encontró sentido a ese verso y cuestionó sus propias metas: “Aquí tengo toda esta fama, posesiones materiales, tengo una meta en mi vida que he logrado alcanzar, pero volveré a la tierra. ¿Y qué significa toda esta vida ante eso? Ese es el mensaje de la canción”
Menos épica y más historia: “The Trooper” – Iron Maiden
Aquí tenemos un temazo de la banda inglesa de heavy metal Iron Maiden. Suelen interpretarla con Bruce Dickinson, el vocalista, vestido con una casaca roja y enarbolando la bandera de la Union Jack.
La letra versa sobre la batalla de Balaclava de 1854 durante la guerra de Crimea y hace referencia al poema de Lord Tennyson “La Carga de la Brigada Ligera”:
“Media legua, media legua, media legua ante ellos. Por el valle de la Muerte cabalgaron los seiscientos. ”¡Adelante, Brigada Ligera!” “¡Cargad sobre los cañones!”, dijo. Por el valle de la Muerte cabalgaron los seiscientos.”
Pero la canción no es una oda al heroísmo, sino el punto de vista de uno de los soldados que murieron en uno de los combates más estúpidos de la historia bélica.
El ejército inglés estaba mandado por Lord Raglan, ex-secretario de Wellington y veterano de Waterloo, donde perdió un brazo. Este noble llevaba cuarenta años en destinos administrativos y era totalmente inexperto en dirigir tropas en combate.
Entre las tropas a sus órdenes, la Brigada Ligera (formada por el 4º y 13º Regimientos de Dragones Ligeros, el 17º Regimiento de Lanceros, y el 8º y 11º Regimiento de Húsares) estaba al mando de un oficial inclasificable, Lord Cardigan, un aristócrata arrogante, soberbio e indisciplinado que había sido expulsado del ejército en 1834, pero que logró su readmisión dos años después comprando el mando del 11º de Húsares (algo habitual en el Imperio, que implicaba que él se encargaba de su financiación, desde los uniformes a los sueldos). Y curiosamente la Brigada Pesada era mandada por el Conde de Lucan, ex-cuñado del anterior, y que se odiaban ferozmente. ¿Qué podía salir bien…?
Los rusos estaban fuertemente atrincherados en los Altos de Balaclava con su artillería y tropas de caballería cosaca, y las tropas anglofrancesas estaban desplegadas en el valle.
Lord Raglan, desde lo alto de una loma, les ordenó moverse hacia los altos ocupados por el enemigo y apresar los cañones. Cardigan, al leer la nota, dijo: “¿Qué enemigo? ¿Qué cañones?” (él no podía verlos desde el fondo del valle). Y Lucan, despreciativo, le espetó “¡Allí está su enemigo y sus cañones! ¡Cumpla con su deber!” (aunque él tampoco tenía ni idea de las posiciones rusas). Cada uno interpretó la orden a su manera, y llevados de su orgullo desmedido y su odio mutuo dieron orden de cargar valle arriba. Cardigan avanzó con la Brigada Ligera y Lucan le siguió con la Pesada. Pronto el fuego graneado de los cañones rusos, desde ambos lados del valle, hizo una carnicería, pero Cardigan siguió adelante, perdiendo más de dos tercios de los hombres y el 90% de los caballos, mientras Lucan dio media vuelta.
Lo curioso es que ambos fueron ascendidos a Mariscal y honrados con la Gran Cruz de la Orden del Baño (la máxima condecoración militar inglesa), y los 650 jinetes (de los que solo sobrevivieron 195) fueron convertidos en otro de los mitos del Imperio.
Pero lo de su estupidez no lo hemos descubierto ahora: el mayor Forrest, que sirvió en el 11º de Húsares con Cardigan dijo «Llamábamos a Lucan el asno cauteloso, y a Cardigan, el asno peligroso«. El capitán Portal, del 4º de Dragones Ligeros resumió «Tienen tanto cerebro como mi bota». Su colega, el general Foster sentenció “No se ha visto nunca tanta incompetencia junta en un alto mando del Imperio”. El propio Lord Raglan les denunció en la Cámara de los Comunes como causantes del desastre. Pero no les pasó nada, la prensa patriótica los alababa como héroes y los diputados conservadores no querían que se castigase a ninguno de los suyos.
“The bugle sounds and the charge begins But on this battlefield no one wins
The smell of acrid smoke and horses breath As I plunge on into certain death”
(“La corneta suena y comienzan los disparos pero en este campo de batalla nadie gana.
El olor del humo acre y el aliento de los caballos
mientras me sumerjo en una muerte segura”)
“We hurdle bodies that lay on the ground
And the Russians fire another round
We get so near yet so far away
We won’t live to fight another day”
(“Saltamos los cuerpos que yacen en el suelo
y los rusos disparan otra salva.
Estamos tan cerca pero tan lejos.
No viviremos para pelear otro día”)
Iba de comer otra cosa: “Sabor de amor” – Danza Invisible
Parece una refrescante e inocente canción de amor. Pero hay truco: leamos dos veces estos versos:
«Del negro de un mejillón, son tus ojos en su punto de sal»
«Labios de fresa, sabor de amor, pulpa de la fruta de la pasión”.
En efecto: el gran éxito del grupo malagueño habla de un cunnilingus. Su cantante Javier Ojeda copia a los intérpretes de blues, expertos en hablar de comida cuando en realidad se refieren al sexo.
Y la portada del disco no puede ser más chocante: es el cuadro del Museo de Boston “Las Hijas de Edward Darley Boit” (originalmente titulada “Retratos de niñas”) del famoso pintor John Singer Sargent, donde retrata a cuatro niñas en el apartamento de París de su familia.
El cantante del grupo, Javier Ojeda ha publicado un disco en solitario “Reversos” en el que incluye una nueva versión de la canción «Sabor de Amor», y en la promoción del disco acudió a una entrevista en el programa La Ventana de la Cadena Ser. Y allí lo aclaró: “La canción original era obviamente una doble lectura que parecía una cosa como muy bonita, muy infantil, pero bueno los labios de fresa no necesariamente son los labios de la boca. Y entonces la canción estaba directamente llena de metáforas sexuales muy claras, como todo aquello del negro de un mejillón y todo eso… Sí, era eso que parecía ser”
Y mirad la performance en el metro de Málaga:
Relaxing cup of café con leche: “Morena mía” – Miguel Bosé
Aparentemente es una canción erótico-romántica, un canto al placer amatorio, una canción rítmica sin más… parece una oda a un amor con dotes especiales para hacer… café. Pero si sabemos que es un sinónimo de una felación, ya la cosa cambia:
“Cuando tu boca me toca, me pone y me provoca, me muerde y me destroza, toda siempre es poca y muévete bien, que nadie como tú me sabe hacer café”.
Por muy cafetero que seas, parece una exageración soltar algo como:
«Morena mía, si esto no es felicidad, que baje Dios y lo vea y aunque no se lo crea, esto es gloria”
Y jactarse de su potencia sexual:
«Morena mía, el cuarto viene después,
cinco tus continentes
seis las medias faenas de mis medios calientes,
sigo contando ahorita
bien, bien, bien, bien, bien, bien».
Incluida en Sereno (2001), el disco que lanzó tras esa exitosa gira conjunta con Ana Torroja, “Morena mía” es una de esas canciones que entran en la categoría de las “que nos sabemos todos”. Su letra, cargada de sensualidad y erotismo, habla de café, pecados y descripciones precisas que, ahora relata, tienen como destinataria a una mujer “conocida”.
En su último libro “Bosé. Historia secreta de mis canciones” Miguel Bosé habla y escribe de todo: del amor, del sexo, del peso de una paternidad castrante, del antibelicismo y hasta de la dieta ayurvédica, y revela qué motivó algunos de sus más famosos temas. Entre ellos se encuentra ‘Morena Mía’, “posiblemente la canción con más carga erótica de todo mi repertorio. Diría incluso más. En varios momentos roza lo porno. Es porno”, detalla con malicia, sobre un tórrido encuentro con una “musa inspiradora con nombre y apellidos” cuya identidad no se aviene a desvelar. “Y muévete bien, que nadie como tú me sabe hacer café”. El tema, que muestra un sonido renovado y a un cantante asumiendo el papel de galán maduro, no habla de la universal bebida de granos tostados, sino de sexo puro y duro. Al final, lo desvela, es un acrónimo: “C de coger, A de amar, F de follar y E de empalar”
En otro capítulo aborda experiencias personales, como en el bolero ‘Lento’. O en ‘Bambú’, que habla de un ardiente encuentro sexual con una mujer casada y desconocida en la habitación vecina a la del marido. O en “Salamandra”, que versa sobre la soprano alemana que bebía semen como bálsamo para la voz.
En el propio libro hace la advertencia: “Lo siento. No es mi intención (…) pero creo que llegó el momento de descifrar los secretos escondidos, esos que he venido guardando de cada una de estas 60 canciones”.
La idea, dice Bosé, es doble. Por un lado esconder y potenciar la sensualidad de la canción y por otro dar una especie de tributo al arte de hacer café, “un estimulante que a todos levanta y lo levanta todo”.
Aunque no se atreve a revelar la identidad de la morena, “por razones obvias, hoy está felizmente casada, tiene familia y una reputación impecable que no puede ser mancillada bajo ningún contexto”, lo que detalla con lujo de detalles es suficiente.
“Arranca con un decálogo que sustituye a un querer cantarle las cuarenta a la protagonista. Entre sus diez verdades, la primera es la luz que ilumina a la amada (‘Uno es el Sol que te alumbra‘), la segunda (…), las piernas de aquella mujer, la tercera incluye a un tercero en la relación (‘Somos tres en tu cama, tres’). “Aparecen los capitales, los siete, cada uno de ellos en orden. Uno de ellos soy yo, el pecador mismo que se prostituye y cobra (…) todo esto habla de las tremendas delicias físicas de aquellas aventuras”. El tema de los pecados y la transgresión es central, con referencias directas a los ‘siete pecados cometidos’ y la idea de ir ‘pa’l infierno’, en una relación marcada por el deseo y la rebeldía contra las normas convencionales.
“No hay otro modo de hablar del sexo duro. Y con descaro. Mucho descaro”.
El estribillo se aleja de los pecados y apela a lo carnal:
“Y por mi parte sobra el arte… lo que me das, dámelo, dámelo bien. Un poco aquí y un poco ¿a quién? Cuando tu boca, me toca me pone y me provoca. Me muerde y me destroza. Toda siempre es poca”.
“Enumera las artes de la boca como herramienta de placer”, escribe, “Boca o bocas, todas ellas atareadas en distintas partes del cuerpo, todas ellas proporcionando éxtasis”.
¿Pero y eso de “toda siempre es poca”? Según Bosé, es más que una simple e inocente frase. “Se refiere a la cantidad de centímetros demandados (por la morena), que nunca parecían ser suficientes”, detalla explícitamente.
Un ligón de playa: “El chiringuito” – Georgie Dann
Que nadie se crea que trata de un día de playa sin más. En realidad esconde una sexualidad tan desbordante como voraz y socarrona.
Los versos no dejan lugar a dudas:
«Las chicas en verano no guisan ni cocinan, se ponen como locas si prueban mi sardina»
«Está el menú del día, conejo a la francesa, pechuga a la española y almejas a la inglesa»
«Si sube la marea me va de maravilla, la gente se amontona y yo les doy morcilla»
No es un prodigio poético, pero más claro el agua… del Mediterráneo.
Como toda buena historia, todo empezó con un “Señores, vamos a comer al chiringuito que invito yo” de Georgie Dann, como recompensa por la buena actuación de la noche anterior en la feria de Málaga. “Fuimos a un chiringuito y estaba cerrado. Preguntamos por otro al que pudiésemos ir, cogimos el coche otra vez y cuando llegamos, también cerrado. Y digo ‘algo está pasando aquí”, recuerda para LOS40.com. Y lo que pasaba es que había entrado en vigor la Ley de costas de 1988, por la que los chiringuitos debían cumplir las normas de higiene y retirarse de la primera línea de playa. «Resumiendo, estaban todos cerrados y de reformas«. Y se le aparecieron las musas: “Al ver que estaba todo cerrado, ¿qué se me pasó a mí por la cabeza? ‘Joder, un chiringuito, el chiringuito, un chiringuito’ y surgió la canción”.
Aunque su discográfica no lo veía como un posible éxito (“No sirve para mover el cuerpo ni generar royalties”, dijo el mandamás), él se empeñó en grabarla. Y en la entrevista en LOS40 cita como anécdota “Recuerdo estar actuando en Suiza y que me regalaran un reloj donde dentro ponía El Chiringuito. Yo le pregunté ‘¿usted sabe lo que es un chiringuito?’ y me contestó ‘no, pero la canción se llama así”.
Llega el rock & roll: “LaPlaga” y “Popotitos” – Los Teen Tops
El rock and roll arrasó en todo el mundo, y cada país creó sus propios ídolos autóctonos: Adriano Celentano en Italia, Cliff Richard en Inglaterra o Johnny Hallyday en Francia. En España somos originales: el rock and roll llegó con dos grupos latinoamericanos: los cubanos Los Llopis y sobre todo los mejicanos Teen Tops, con su cantante y líder Enrique Guzmán, que versionaron los grandes éxitos USA, como “La Plaga” y “Popotitos”, eludiendo la rígida censura franquista.
La canción empieza desconcertando con esa frase que dice: «Tienes once años y pareces una vieja, sigues prisionera de tus gustos ancestrales«. ¿Una niña vieja de once años? Pero todo se entiende si cogemos la primera letra de cada palabra del título y vemos que es un acrónimo dedicado con rabia a la discográfica CBS (Con Botas Sucias), editora de Coz, el anterior grupo de los hermanos De Castro. Es una canción para mandarle una cariñosa caricia a sus antiguos jefes, que les hicieron abandonar el grupo por la apuesta de CBS por una música más comercial y cuyas presiones para transformar Coz en un grupo vendible habían enrarecido el ambiente en el seno de la banda.
Un título cambiado: “With a little help from my friends”
La canción, incluida en el LP “Sargent Peper Lonely Hearts Club Band”, fue escrita por Lennon y McCartney para que la cantara Ringo, que al principio se negó a hacerlo porque decía que no se veía capaz de llegar a las notas más altas, pero accedió presionado por ambos que insistieron en que la cantara incluyendo la alta nota del final. Ringo accedió con una condición: la introducción se cambiaría de «What would you do if I sang out of tune? Would you throw ripe tomatoes at me?» (¿Qué haríais si cantara la nota incorrecta? ¿Me arrojaríais tomates maduros?) a «What would you do if I sang out of tune? Would you stand up and walk out on me?» (¿Qué haríais si cantara la nota incorrecta? ¿Os levantaríais y me abandonaríais?). Sus argumentos para este cambio eran que él no quería que sus fans le lanzaran tomates si cometía un error cuando la cantara en vivo.
La canción aparentemente es una conversación entre el cantante y un grupo de gente. Por ejemplo, en el fragmento «Would you believe in a love at first sight/Yes I’m certain that it happens all the time», los otros tres Beatles cantan la primera línea, y Starr contesta en la siguiente.
Canciones con historias 10 – La balada más triste y hermosa: “Tears in Heaven” – Eric Clapton
Una de las más hermosas baladas jamás escritas nace de una tragedia: el hijo de Eric Clapton, Conor, de 4 años, se cayó por una ventana que no debía estar abierta desde el piso 53 de un rascacielos de Manhattan. Y poco después del entierro, entre las numerosas cartas de condolencia descubrió una manuscrita de su hijo que le había enviado unos días antes desde Milán, con una sola frase: “Te quiero. Un beso”.
En el documental El patrón del blues dice Clapton: “En ese momento me di cuenta de que si podía pasar por aquello sin beber, podría hacer cualquier cosa. Fui consciente de que podía hacer de esa tragedia algo positivo y dediqué mi vida a honrar a mi hijo. Cogí una guitarra española y durante meses la toqué y toqué para intentar afrontar la situación. La música me salvó, se llevó el dolor… Escribí “Tears in heaven” para mí porque me sentía terriblemente mal«.
“Stille nacht, heilige nacht” (“Noche de paz, noche santa”): así comienza en su letra original uno de los villancicos más conocidos del mundo. Se canta en todos los idiomas posibles en los cinco continentes. ¿Cuándo y cómo surgió? ¿Y quién es el compositor de tan célebre villancico?