Recuerdos de la SAFA – 36 : Aquellas canciones (II)
Cuando salíamos los fines de semana, ya en Maestría o Magisterio, tanto sábados como domingos, dado que ya teníamos más libertad de movimientos, solíamos ir a los futbolines de la calle Gradas o a algunos bares (el famoso Bar Barella, o La Cultural con sus vermús con soda y chatos a 1,50 pesetas en el que el camarero preguntaba “¿blanco o tinto?” y todos contestábamos “¡grande!”, o el de la calle Don Juan con sus enormes tapas de careta o jibia a la plancha, o el inolvidable Sotanillo, donde las parejas nos pasábamos las horas en el tabuco subterráneo) donde tomar un chato y una tapa.
En todos estos sitios habían instalado unas máquinas tocadiscos muy curiosas: cuadradas, enormes, con un plato para discos de 45 rpm en el centro, que eran colocados en el reproductor por un brazo articulado que los descargaba con asombrosa precisión desde su alojamiento en vertical. Cada uno ponía el disco que quería mediante unos teclados de letras y números (aunque nuestro bolsillo no estaba para muchos dispendios) y todos disfrutábamos de los últimos éxitos, especialmente cuando eran los guardias civiles de la Academia, que tenían más cuartos que nosotros, los que atiborraban la máquina de monedas.
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