Las islas inventadas, 09

Por Manuel Jurado López.

 

ESPEJOS

Es posible que las puertas secretas

no oculten más misterios que la vida.

Ni el cielo ni el infierno –ni la muerte-,

solo la vida en su crudo milagro;

sin profetas, sin himnos: sucesión

de espejos similares, con el rostro

cambiante de un hombre que se despide,

poco a poco, de sombras parecidas.

En el último espejo, cederá

la puerta y una torre de ceniza

se vendrá al suelo con un soplo

y lamerán las olas su silencio.

 

 

SERPIENTE

Prefiero la punzante

inquietud de la duda.

La verdad es tan fría

como los llamadores

de las viejas casonas

o el trallazo que suena en las espaldas

del bosque de los nombres.

No soy nada dogmático.

La verdad viste a veces

un lenguaje vacío.

Con desnudas palabras,

destila su veneno

en la boca reseca

de los que la pronuncian.

Si me muerdo la lengua,

me convierto en serpiente.

 

MATASELLO

No me puedo creer nada de lo que dices:

tu periodo en la cárcel, tu exposición de óleos,

tu visita al infierno, tu naufragio, tu amor

por mí, tu enfermedad, tu grave enfermedad

que te tiene sumido en un silencio pálido,

tu intento de suicidio, las deudas que me otorgas,

tu milagro de panes y peces sin escamas.

Demasiada paciencia he tenido contigo

y he guardado por ti muchos años de luto.

Todo lo que tu carta me anuncia y me desvela

me es difícil pensar que lo escribió tu mano.

juralopez42@msn.com

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