Por Manuel Jurado López.
XI
Dentro de nada estaré golpeando
la puerta del silencio.
¿Quién vive?
Detrás ya no hay palabras:
un vaso de cristal con nardos
de otra época, una foto, una carta
y el abismo profundo del vacío.
XII
Yo cerré la ventana
y tú te desnudaste.
De tu cuerpo de mármol
manó fuego lechoso.
XIII
La luz, tarde o temprano,
se hará carne y dolencia,
llama y deslumbramiento.
Podrá lamer la herida,
abrirla con cuidado
y besarla. La luz desaparecerá,
y de nuevo la herida
será mortal y rosa.
XIV
No estoy capacitado
para el pensar profundo:
ya es bastante pensar
que cada día tiene
su modo de pensarse.
XV
La primera venganza de la luz
es tu mirada. Toco
los bordes de tus labios
y me dejas la miel de tus palabras.
Manchan mis dedos el tejido rojo
de tus besos.
No cesa el mar,
oigo su espuma.
Las islas, en silencio,
navegan por un río
oculto. Todo fluye,
y pronto será el sol
quien dictamine
qué naves cruzarán
las nubes del ocaso.