¡Barcarola de mar, hora encantada¡; la luna ya se asoma misteriosa, y desprende el bello halo, blanco y rosa, en la cárdena tarde perfumada.
¡Esta amplitud de mar, bello y bravío¡, que sumerge en sus ondas las baladas, que por recios marinos son cantadas, cuando izan las velas en su navío.
¡El arenal que acaricia olas bravas¡; este sol que ya baja hacia el ocaso; este compás de tiempo en cada paso – envuelta toda el alma en desvarío -, al trote por el ancho playerío, cuando la huella del pie la arena grava.
Magnífico soneto, Pedro Pablo, enhorabuena!