Esta poesía me impactó cuando la leí por primera vez, siendo niño. Creí entonces descubrir la bondad humana. Hoy la he encontrado en internet y he visto otras connotaciones que estaban ocultas.
Las hago públicas para conocimiento de los defensores de la moral y las buenas costumbres y por si encuentran al “señorico” miserable (que no solo confiesa públicamente sus fechorías sino que está seguro de obrar correctamente y que hace méritos para ir derecho al cielo) y arrojarlo directamente a los cerdos después de empalarlo.
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