Tenía yo veintidós años cuando llegué a Málaga con una maleta de quimeras, mezcla de inquieta juventud y algo del renqueante semillero del espíritu Safa. En el Palo, barrio pesquero con una de las mayores concentraciones de colegios privados religiosos de España, se encontraba el ICET, fundado por el padre Ciganda e incorporado al patronato Safa tres años antes de mi nombramiento en él como propietario definitivo. Mi nuevo colegio tenía la misión de atender a los hijos de las más humildes familias de la playa; pero en dotación, instalaciones y recursos humanos era propio de un país tercermundista.
Día: 28 de julio de 2023
El maestro de Arroyoverde
“A Pepe Aranda, por la devoción que tiene a sus educadores”.
