“Mr. Arkadin”

 

Nueva noche cinéfila, con manifiesta mejora termométrica, fue la de aquel último jueves de octubre de 2015, ante el maravilloso y oportuno puente de “Todos los Santos” que se encontraba a la vuelta de la esquina.

Juan nos contó que Orson Welles hizo esta película a su especial manera, pero saliéndole varias versiones, pues él no las controlaba: una de noventa minutos; otra con ciento y pico; como fue la versión española que íbamos a visionar, en blanco y negro y en castellano. Nuestro gurú cinematográfico comentó que tampoco él la había visionado y que toda la explicación que nos proporcionara era sacada de Google (que lo sabe todo). Anticipó que Orson Welles, en su atropellado proceder, como buen cineasta que era, lo que le interesa era contar historias; lo demás lo dejaba para otros.

Como todos sabemos, fue una coproducción con un casting ligeramente diferente entre la versión española y la versión internacional (“Confidential report”) en algunos secundarios (Amparo Rivelles -jovencísima y desconocida- e Irene López de Heredia por Suzanne Flon y Katina Paxinou), además del variopinto reparto protagonista internacional. El comienzo de la película es trepidante, no da tregua ni descanso, y así continúa desarrollándose la historia, hasta que, poco a poco, vamos reconstruyendo elpuzzle, contado en primera persona por Robert Arden.

Son curiosas las localizaciones españolas, con una Segovia dominada por las obsesionantes torres del Alcázar (que simula ser la casa de Orson Welles; bueno, de su personaje, Mr. Arkadin), y con una delirante mascarada goyesca, a cuya entrada, como en todas las fiestas de Arkadin, los participantes han de beber un vodka triple, para irse entonando. Las imágenes de una España deshecha y de las huellas de la destrucción en Alemania son imborrables. Otra cosas son todos esos tópicos de Goya, los penitentes y los campesinos «típicos».

El argumento nos muestra a un marinero que encuentra a un hombre moribundo y que -antes de morir- dice Míster Arkadin. Tras una serie de averiguaciones, el marinero consigue dar con ese misterioso personaje y saber que es un millonario, dueño de un imperio industrial y financiero, que vive en una mansión de la Costa Azul, encerrado con su hija. Será el mismo Arkadin quien, aduciendo un problema de amnesia, encargue a un supuesto agente un informe confidencial sobre su pasado (de ahí, “Confidential report” del título alternativo). Durante el tortuoso desarrollo de la investigación, insistirá sobre la búsqueda de la identidad, el desciframiento del yo y la confusión entre verdad y simulación o engaño. Con guión (basado en una novela corta del propio cineasta, publicada en París en 1954), aunque oficialmente se dice que el cineasta se inspiró en un personaje de un programa de radio (Greek meets Greek, dentro de “Las aventuras deHarry Lime«) que Welles había realizado para la BBC, circula por ahí otra versión del origen y la idea. Al parecer, se inspiró para construir el personaje de Arkadin, en Nubar Gulbenkian (1896-1972), el hijo del rey armenio del petróleo, y no sólo por su físico, que Orson Welles se cuida de caracterizar, sino también por su modo de vida, residente en la Costa Azul, aficionado a las mujeres, los vinos y los caballos, que pudo muy bien ser como vemos en el film, el personaje más atractivo, misterioso e inquietante que el dinero nos ha ofrecido, aquí bajo el nombre de Arkadin.La dirección fue también de él mismo, con música de Paul Misraki y fotografía de Jean Bourgoin.

La película fue producida problemáticamente en España, durante uno de los exilios europeos del cineasta. En el rodaje, las tensiones entre su mentor Dolivet y él, a causa del incumplimiento de plazos, la asfixia financiera y la participación de la aristócrata Paola Mori, derivaron en demanda judicial.Orson Welles terminó perdiendo el control del montaje, que pasó a manos de los productores, y consideró el resultado definitivo muy lejos de su Arkadin original.

Nuestro cineasta hizo dos películas en España:«Campanadas a medianoche» y «Mister Arkadin». En la última, confluyen todas las limitaciones y problemas que soportó Orson Welles para enmendar sus proyectos que, de su idea original, quedaban desvirtuados y manipulados, mediante un barroquismo argumental, una inenarrable galería de personajes en un reparto completado por Michael Redgrave, Amparo Rivelles, Akim Tamiroff, Katina Paxinou…) y una puesta en escena puramente wellesiana. Sorprende por sus personajes estrambóticos, por sus planos distorsionados, por el juego de luces y sombras, por la ambientación caótica…; lástima que la historia se embrolle tanto que apenas deje tiempo para ir asimilándola.

Yo, como andaba bastante cansado, pues la jubilación (ya me lo decían antiguos compañeros y amigos que habían pasado por este dulce trance) conlleva un cúmulo de obligaciones impuestas, y/o consentidas por uno mismo, y/o por los demás, no tuve más remedio que luchar durante toda la sesión contra el dichoso sueño, haciéndome -por tanto- una versión muy sui géneris de lo acontecido en pantalla; mas, cuando creía que era yo solo el que no me enteraba -todo lo bien que quisiera- del argumento de este filme, al que alguna amiga definió como “surrealista”, resultó que -al finalizar la sesión- quedé sorprendido de que todos estábamos casi lo mismo, puesto que Orson Welles nos había contando -de una manera deslavazada y muy personal- la historia de ese esperpéntico personaje, comenzando y acabando con la misma escena, cerrando la historia -contada a retazos y narrada en varios “flash backs” (al menos en el montaje español) del personaje que da título a la película, mostrándonos a un individuo destacado, cual capo de la mafia siciliana, que tiene mucho poder y dinero para influir en todo y en todos, y que aparece y desaparece -como el río Guadiana- cuando le da la gana. Orson Welles -con su apretada barba y su gesto hosco- fue desgranando orsonianamente su vida a través del personaje principal que es el que lo va investigando y contando, pues hasta incluso traba relaciones o flirtea con la hija de Mr. Arkadin.

Este filme tiene la genuina firma de su autor, no solamente en la historia que cuenta, sino en los enmarques de la cámara, tan característicos; aunque el uso del picado y el contrapicado, lejos de ser un recurso para resaltar la forma, se convierte -por su abuso- en un recurso exagerado, reiterado y que termina perdiendo su efecto en la narración. También se nota su mano en esas presentaciones de sombras en las paredes y, en cuyo final, nos dejó a todos a dos velas, mostrando la soledad, la vejez y el fracaso de la amistad, como característicos temas shakesperianos que tanto influyeron en el genio de Winsconsin. 

Seguramente, por eso, la personalísima realización de “Mr. Arkadin” (“Confidential report”, 1955), provocase tibios y escasos aplausos del público presente, a pesar de haber recibido todos una clase magistral de cine moderno e innovador.

Úbeda y Sevilla, 6 de febrero de 2020.

fernandosanchezresa@hotmail.com

 

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