Obituario safista

Como la vida nace, crece, se reproduce y muere, según aprendimos y enseñamos, todo ser viviente está condenado a desaparecer cuando la naturaleza y Dios lo estimen oportuno o necesario. Su código de barras así lo pide. Es ley de vida y una regla inmutable que, aunque los humanos queramos cambiarla o detenerla, hasta la fecha, nadie (ni por más rico ni poderoso que sea) lo ha podido conseguir.

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