La Sevilla mudéjar, 2

Exteriormente cuenta con dos fachadas. La iglesia fue sometida a importantes reformas durante el siglo XVIII, y en especial a consecuencia de los daños recibidos por el terremoto de Lisboa de 1755. Después nos ponemos delante de la portada mudéjar que está más deteriorada y cuyas escaleras están manchadas y ajadas por el tiempo y son pasto de orines y algo más de ciertos animales de dos patas. Frente a ella, nuestro guía nos explica múltiples detalles sobre su fachada de ladrillo, campanario, etc.

Comenta que son los alarifes quienes hicieron estas iglesias -y que muchos de ellos eran mujeres-, pues eran artistas que no sabían hacer otra cosa. En el mudéjar, se mezcla el románico con el gótico y sale lo que sale. Vuelve a aconsejar que, cuando podamos, entremos en este templo y averigüemos sus detalles mudéjares, que los hay -y muchos-. Hoy en día, han cambiado su puerta añosa y vieja por otra de madera nueva, con sus clavos relucientes ornándola en todo su esplendor.

La siguiente parada la hacemos en la iglesia de San Andrés, que era donde estaba el gremio de curtidores (en su plaza y alrededores). En aquella fecha, se encontraba en obras, como algunas otras de esta ciudad. Se ve que esto es inevitable; es el mal nuestro de cada día.

Manuel nos explica la portada mudéjar del oeste y que no es la entrada principal actual. Está muy restaurada y con su pantocrátor presidiéndola. Nos habla del rosetón o ventana, de los canes, ménsulas, etc.; y que es de los siglos XIV-XV, con reformas de siglos posteriores. Nos vuelve a dar una clase magistral de historia del arte, recordando también que hay una placa de Juan de Valdés Leal en su fachada, a la izquierda de esa portada, recordando que falleció el 15 de octubre de 1690 y aquí está enterrado; y nos comenta que, paradójicamente, acabaremos esta noche en San Esteban, en donde se bautizó Juan de Valdés Leal. Su estilo básico es gótico-mudéjar, con reformas de estilo barroco, llevadas a cabo por el arquitecto Pedro de Silva en el siglo XVIII. El templo presenta tres portadas. También destacan en el exterior del templo el ábside y la torre. En su interior, resalta el retablo mayor (1732-1739), en el que destaca la inmaculada atribuida a Jerónimo Hernández, que data de 1570. Aquí tienen su sede: la Hermandad de Santa Marta, que procesiona durante Semana Santa, el lunes santo; y la Hermandad de Gloria de Nuestra Señora de Araceli, que procesiona el segundo sábado del mes de mayo.

Cuando vamos caminando, cerca de Las Setas, nos habla de su construcción y cómo se dispararon sus gastos, a la vez de que se ha revalorizado la zona, pues él recuerda aparcar su coche muchas veces en donde ahora está este icono de la Sevilla moderna, ubicado en la antigua Plaza de la Encarnación, que por entonces estaba hecha una pena. Aprovecha Manuel, durante la caminata, para hablar de las pérdidas de muchos palacios en su querida tierra hispalense por la especulación y el desafecto mostrado en ciertas épocas ominosas de la ciudad, así como el estropicio que hizo El Corte Inglés de la Plaza del Duque con su desaparecido palacio y el trastoque total del comercio local. También nos habla del urbanismo sevillano y el proyecto que pretendía hacer una gran avenida que viniese desde la calle Constitución hasta parar en Puerta Osario y, por ello, querían hacer la barbaridad de tirar la torre de san Pedro, que aprovecha para explicárnosla, recordando que se parece a la torre de Pisa en que está un poco inclinada, no tanto como aquella, lógicamente. Así, desde que llegué a Sevilla, había notado yo esa peculiaridad. También aprovechamos para ver el cuadro que está en su fachada principal, invitándonos a averiguar en dónde está el pajarito que parece invisible y siempre juega con el turista o viandante para que averigüe su ubicación. Un asistente a la visita nos cuenta que -hace un tiempo- apareció en un periódico de Sevilla que se habían llevado el pajarillo, pues salía la foto sin él, hasta que la policía averiguó “in situ” que le habían puesto una pegatina encima del azulejo en que está el pajarillo, exactamente igual, pero sin él; por eso, los sevillanos andaban extrañados y preocupados de esa proverbial desaparición. ¡Siempre hay mucho cachondeo y buen humor en esta bendita tierra!

La iglesia de San Pedro es un templo católico de estilo gótico-mudéjar construido en el siglo XIV y reformado en los siglos XVI y XVIII. Es sede de la parroquia de San Pedro y San Juan Bautista. El edificio consta de tres naves, dos portadas y una torre con campanario. Remarca detalles de esta parroquia de San Pedro, cuya torre es la segunda más alta de esta ciudad, después de la Giralda (101 m); si no se incluye, claro está, en este ranking de altura la Torre de Sevilla o Pelli (178 m) que es la que se lleva la palma. En ella tienen su sede cuatro históricas hermandades: Hermandad Sacramental de las Benditas Ánimas, Hermandad del Santísimo Cristo de Burgos, Hermandad de Nuestra Señora del Pilar y Hermandad de San Pedro ad Vincula y Universidad de Curas Párrocos. El pintor Diego Velázquez, vecino de la calle Morería, el 6 de junio de 1599, fue bautizado aquí.

La siguiente parada la hacemos junto a Santa Catalina que estaba en obras y se abriría para su festividad, en noviembre de 2018, gracias a la Hermandad de la Nuestra Señora del Carmen de Santa Catalina que la trajo para su culto. Yo tuve la suerte de estar en su reapertura religiosa (http://www.aasafaubeda.com/index.php/informacion-o-insinuacion/4918-santa-catalina-de-sevilla).

«Por toda la calle (que va por delante de Santa Catalina a plaza Ponce de León y Escuelas Pías), iría la muralla romana y hacia las Setas continuaría, que es donde estaba el río Guadalquivir hace muchos años», apunta nuestro docto y dicharachero guía. Posiblemente hubiese mezquita, pero no se ha detectado en la cimentación investigada por arqueólogos. La torre es totalmente cristiana, hecha al estilo mudéjar. Habla también de muchos detalles de la portada que apenas podemos ver, porque anda parapetada en unos plásticos de obra, con sus dientes de sierra, modillones (14, cuenta Manuel), doseletes con pantocrátor en la clave del arco. Esta portada no es original, sino que vino de Santa Lucía (en 1930), pues la originaria está más adentro y no se ve hasta que no se abre la primera puerta. No había mezquita aquí; todo es cristiano. Lo que sí hay son restos romanos, visigodos… Añade un compañero del grupo que el 25 de noviembre (festividad de Santa Catalina) se abrirá al público esta iglesia y se traerá la Virgen del Carmen. ¡Para el sevillano capillita, cualquier motivo es bueno para montar una procesión!

En su interior, es donde mejor queda reflejado el arte mudéjar. Manuel Ramírez no se limita a explicar escuetamente como un guía turístico al uso, sino que amplía su discurso y nos habla de todo, como un torrente que lo ameniza y mejora.

La iglesia de Santa Catalina reabrió tras 14 años y una restauración intermitente ya acabada. El renovado templo cuenta con una cripta visitable que encierra vestigios romanos, visigodos e islámicos. La nueva iglesia de Santa Catalina llama la atención por su luminosidad interior y por la vistosa decoración exterior, recuperada gracias a los vestigios encontrados. Es sede de cuatro hermandades: Hermandad de La Exaltación; Hermandad de la Nuestra Señora del Carmen de Santa Catalina; Hermandad de Santa Lucía; y Hermandad de la Nuestra Señora del Rosario de Santa Catalina.

Mientras vamos caminando hacia San Isidoro, nos lo va explicando por el camino y hablando de uno y mil detalles que salen al paso de la conversación. Así, cuando pasamos por el Convento de San Leandro, nos comunica que va a ser una hospedería, con el permiso del obispado, y en donde están cuatro destacados cuadros de Murillo. También nos indica la hornacina en donde hay una estatua de Pedro I el Justiciero -que no el Cruel, como vulgarmente se le conoce-, y que hizo tanto bien por esta ciudad.

fernandosanchezresa@hotmail.com

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