La Sevilla mudéjar, 1

En la tarde-noche de aquel martes, 24 de julio de 2018, Manuel Rodríguez, nuestro guía, comenzó saludándonos y dándonos la bienvenida, animándonos a inscribirnos a las visitas nocturnas y gratuitas, promovidas y ejecutadas por Distrito Casco Antiguo de Sevilla.

Hubo puntualidad, con la presencia de casi todos los asistentes (menos los cuatro o cinco de siempre). También hizo algo más de calor que en días anteriores. No obstante, tras el reparto de identificaciones, el repaso de la lista de asistentes y la entrega de una fotocopia del plano de las collaciones y arrabales de Sevilla, comenzamos (a las nueve y cinco) escuchando las siguientes palabras del guía: «Hoy vamos a recorrer la ruta del mudéjar pobre y olvidado. No veremos todas las iglesias o monumentos pues, en dos horas, no daría tiempo».

Para ir aclarando ideas, nos recuerda que, en el plano entregado a los asistentes, vienen las 25 collaciones o barrios que existían en el siglo XV en Sevilla, aunque es después de que se hiciese la Reconquista, cuando pasaron -las aljamas o mezquitas- a ser collaciones cristianas (barrios o parroquias). Aclara que no todas las iglesias eran mezquitas o aljamas, aunque vulgarmente así se crea.

Habla de don Raimondo (o Remondo) de Losana, como confesor y persona de confianza de Fernando III el Santo, que era obispo de Sevilla y fue el ideólogo y ejecutor de la distribución de los barrios sevillanos. Y que nació en Segovia, sirviendo al rey Fernando III como notario, consejero y confesor. Tras la muerte del rey, también sirvió a su hijo Alfonso X. Estaba sepultado en la catedral de Sevilla, aunque hay autores que apuntan que su sepulcro está en la capilla del Cristo del Consuelo de la catedral de Segovia. En Sevilla cuenta con una estatua en el Monumento a San Fernando, situado en la plaza Nueva. Tiene rotulada una calle con el mismo nombre. Las iglesias sevillanas son creación de él. Por eso, a casi todas ellas, les puso advocación de santos o personajes divinos de la iglesia triunfal, como era su gusto personal: San Salvador, San Martín, Santa Marina, San Lorenzo…

Es condición suya (de Manuel), además de tener vasta sabiduría histórica y artística de esta ciudad, ser bastante más que un guía al uso que se dedica a contar sucintamente lo que en cada visita se puede archirrepetir, aportando siempre todo tipo de conocimientos y curiosidades, mezclando épocas, historias, estilos, leyendas e incluso -si es preciso- saltándose a la época actual, recordando los lugares de su infancia y los bares o establecimientos comerciales por los que pasamos. Alguno de los asistentes le gasta la broma de que explique qué variedad de tapas o bocadillos tiene cierto bar semanasantero por el que transitamos, teniendo siempre a mano múltiples anécdotas que regalar a todos y para todo.

Aclara que, por deformación profesional, le gusta preguntar a los asistentes que definan, según sus conocimientos, los cuatro términos claves que debemos saber todos sobre esta época, hasta el siglo XVI, en la que nos encontrábamos viajando mentalmente. Tras la incierta respuesta de algunos asistentes, Manuel los define escuetamente. Mudéjar:Término que deriva del árabe. Quiere decir persona que se le permite estar en un sitio, pero sometido. Son los musulmanes en territorio cristiano. Morisco: musulmán que se convierte al cristianismo. Muladí: cristiano que se convierte al islam. Mozárabe: cristiano en zona árabe y que se le permite practicar su credo cristiano y modo de vida.

Reconoce que al poblador mudéjar le ponen muchos impuestos, tanto el señor como el concejo. O sea, que estaba frito por ellos. Veo cierto parecido con el ciudadano actual de nuestra querida España, aunque sea cristiano y español de nacimiento.

Nos va largando fechas y acontecimientos por un tubo. En 1248 es cuando se produce la reconquista de Sevilla, en la que se promulga un decreto en el que, en un mes, la población musulmana debería partir fuera de la ciudad, si no se convierte al cristianismo; aunque la mayoría se quedaron en sus alrededores y ejerciendo sus oficios de toda la vida, especialmente de alarifes (albañiles, arquitectos o maestros de obras), de los cuales el 30% eran mujeres; «dato desconocido por todos», nos apunta. Entre 1264 y 1266 se produce una revuelta mudéjar de los musulmanes en la Baja Andalucía y Murcia.

Refiriéndose al estilo mudéjar, unos expertos aseguran que es un estilo artístico o arquitectónico propio; otros, por el contrario, argumentan que es una continuación de los anteriores.

Comenta (Manuel) que el gótico que llega a Sevilla era francés y que el mudéjar, con signos del arte hispanomusulmán, es genuinamente español. Aparece este término (mudéjar) en 1859 con don José Amador de los Ríos en su discurso de ingreso de entrada a la Academia de las Bellas Artes de San Fernando de Madrid.

Y nos habla de la portada que hicieron los alarifes en San Juan de la Palma (siglo XV), comentándonos que su interior es mudéjar. Anima a que la visitemos cuando esté abierta y admiremos sus maravillas. Hace extensivo este consejo al resto de iglesias que vamos a visitar desde su exterior, cuyas portadas observaremos y de las que recibiremos doctas y sabrosas explicaciones. Añade que hay mezcla de estilos en esta iglesia, pues en la torre o espadaña es más tardía y de otro estilo artístico, mientras que la portada es gótica. Aprovecha para explicar pormenorizadamente todas sus características, mientras todos quedamos embobados observando cada uno de sus múltiples detalles, desde la acera de enfrente. Recuerda que son portadas fernandinas, parecidas a algunas de Córdoba, siendo abocinadas y resaltadas con arcos apuntados y archivoltas. Da muchísimos detalles sobre la fachada como especialista de historia del arte que es: alfiz, baquetón, doseles (desaparecidas sus imágenes), modillón, canes, etc.

La torre es del siglo XVIII. Según él, unas iglesias serían más mudéjares que otras. Nos recuerda que San Juan Bautista es como se llamaba esta iglesia originariamente, en lugar de San Juan de la Palma. Y nos cuenta una historia-leyenda del siglo XVII, de Juan de Zúñiga, que muy resumida dice así: En esta plaza de hoy estaba el cementerio, y en una prédica, un orador sagrado, habla de la virginidad de la Virgen. Por eso, uno de los feligreses se marcha a una palmera del cementerio para preguntarle: «Palma, la madre de Dios, ¿no quedó virgen después del parto, verdad?». Enterados los alguaciles de la época, se lo chivaron a la Inquisición, por lo que fueron a su domicilio para coger a ese abuelo blasfemo y encerrarlo. Mas, entonces, se encontraron con la sorpresa de que era su nieto el que allí se encontraba. «Mi abuelo lleva tiempo enterrado en ese cementerio que existía en la plaza de San Juan de la Palma».

Habló (Manuel) de la Velada de San Juan, que se hacía por aquí el 24 de junio y que era tan importante o más que la que hoy se celebra en Triana por Santa Ana.

Cuando íbamos caminando por la calle Viriato comentó que en la manzana de la izquierda, en donde está actualmente la iglesia de la Divina Pastora y el Centro de Participación Activa Casco Antiguo, se fundó el primer psiquiátrico sevillano, antiguo Hospital de San Bernardo o de los Viejos. Un hito en la historia médica de esta universal ciudad.

La segunda parada la hacemos en la Plaza de San Martín de Tours, recordando un conocido proverbio: “A todos los cerdos, les llega su san Martín”. También nos recuerda la historia de este santo francés que compartió su única capa con un pobre.

Nos desvela lo que es la artesa (recipiente que sirve para matar al cerdo); de ahí viene la palabra artesonado o techumbre que es como una artesa invertida; y habla también de otros tipos de naves en las iglesias o conventos sevillanos. Primeramente, nos ponemos frente a la iglesia, en su fachada principal y por la que hoy se accede al templo. Nos refiere que es del siglo XV, aunque su portada oeste es del siglo XIV y está más desgastada. Aquí se encuentra enterrado el imaginero cordobés Juan de Mesa, tal como reza una placa conmemorativa que figura en su fachada lateral. Esta iglesia es la viva historia de Sevilla y sus collaciones.

Se trata de uno de los escasos templos góticos de Sevilla que nos han llegado hasta nuestros días (junto con la iglesia de Santa Ana o la propia catedral); constituido en este caso por una sola y amplia nave. Tanto los muros de la iglesia como los tramos de las bóvedas entre los nervios, están construidos en su totalidad en ladrillo.

fernandosanchezresa@hotmail.com

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