Por Fernando Sánchez Resa.
Vivimos en una alocada sociedad occidental que no sabe ni quiere facilitarnos el verdadero camino a la íntima felicidad, mientras que, por el contrario, sí que nos muestra pistas falsas en las que enredarnos. Por eso, el ser humano, desde tiempo inmemorial, no cesa en el empeño de tratar de encontrar el ungüento eficaz que le haga olvidar que se encuentra en este “valle de lágrimas”, y en el que debe sobrevivir, como proclama la salve, una de las más populares y conocidas oraciones católicas a María, la madre de Jesús.
Pero su búsqueda no es de hoy, sino de siempre. Tanto el budismo, el hinduismo y otras religiones o escuelas orientales, así como los gnósticos, los antiguos cristianos y otras escuelas sobrevenidas del oriente a occidente, han ido desbrozando caminos y, actualmente, nos proponen una gran variedad de soluciones para que andemos la acertada senda hacia la introspección y la meditación y podamos ahondar en nuestro propio y personal conocimiento con loable éxito, habiendo ganado actualmente muchos adeptos que van siempre buscando al mejor mentor o gurú que sepa conducirlos por sus intrincados caminos…
Como la meditación puede (y debe) llegar a ser un constructo personal diario al que acudir con terapéutico resultado, es posible que se constituya en una mezcla o mixtura del examen de conciencia que pide la confesión católica, pero apartando la auto culpación de pecado, imprimiéndole un fresco y férreo control de la respiración que haga dominar la mente fijándola en un objeto o lugar concreto, posiblemente ayudada de la repetición continuada de un mantra u oración que consiga alcanzar el nirvana personal momentáneo o el desasimiento mental buscado…
Con esta práctica todo el personal busca o aspira a que se templen sus nervios y que la sensación de bienestar interior invada de verdad, virtud y belleza su corazón y mente, aunque, por desgracia, solamente sean unos momentos mágicos y extraordinarios que hagan creernos que la felicidad está a nuestro alcance, cual si fuésemos dioses del Olimpo griego…
Sevilla, 27 de enero de 2019.