Por Fernando Sánchez Resa.
Aquel 5 de febrero de 2015, los cinéfilos ubetenses estrenábamos mes y ciclo: Homenaje a uno de los mejores actores del cine europeo. Marcello Mastroianni; aunque seguíamos con el frío propio de la etapa invernal en la que nos encontrábamos.
La sala se fue llenando poco a poco, mientras Juan iba enumerando las cuatro nuevas películas previstas para el mes de febrero: Los girasoles, Crónica familiar, Una jornada particular y Ginger y Fred. Luego, explicó resumidamente el argumento de la película Los girasoles (I girasoli, 1970) de Vittorio Da Sicca: una historia sobre los estragos que puede causar la guerra en el amor, en la que se exploran los sentimientos humanos (fidelidad, generosidad, lealtad…) de dos jóvenes que se ven separados por una guerra incomprensible; remarcando las fabulosas interpretaciones de los dos actores principales, y poniéndonos la miel en los labios, pues íbamos a tener la suerte de disfrutarla en versión original subtitulada, para que escuchásemos la verdadera voz de sus protagonistas, y en un sistema informático de última generación que superaba en nitidez de sonido a todo lo que se había presentado anteriormente.
En este filme se dan cita cuatro genios: Vittorio Da Sicca, Sophia Loren, Marcello Mastroianni y Henry Mancini; un guión escrito por Tonino Guerra y Cesare Zavattini, con la colaboración de Giorgi Mdivani; y la banda sonora de Henry Mancini que magnifica a su conjunto con unos temas muy sentimentales y pegadizos. Se rodó en escenarios reales de Nápoles, Ucrania y Rusia; siendo la primera película de una productora occidental que cruzó el “telón de acero”, tras la segunda guerra mundial. Suscitó un entusiasmo inaudito en una Unión Soviética alejada de occidente y enclaustrada en su sistema comunista.
Así que todos nos pusimos a ver esta interesante película en la que la guerra trunca las vidas y el sincero amor de Antonio (Marcello Mastroianni) con Giovanna (Sophia Loren), que se conocen doce días antes del estallido de la segunda guerra mundial (1939-1945) en Milán y que viven un tórrido romance express durante esos mismos días de permiso que Antonio disfruta por su casamiento. Al simularse loco, con tal de esquivar la movilización militar, es descubierto y ha de marcharse al frente ruso, donde se producirá la hecatombe de ese rápido casamiento y amor, por lo que sus vidas ya nunca volverán a ser lo que fueron.
Da Sicca abandona el neorrealismo para presentarnos una película emotiva, sentimental y nostálgica que profundiza en los sentimientos humanos. Tiene dos partes bien definidas: en la primera, vemos a una de las parejas más célebres del cine incendiarse en una hoguera de pasión napolitana; en la segunda, nos va conduciendo desde las estepas rusas cubiertas de nieve hacia esas flores que dan título a la película…
La interpretación de Sophia Loren está perfecta, consiguiendo retratar el dolor con solo mirar su rosto, mientras Marcello Mastroianni dice mucho con su mirada y escaso diálogo. Parece que los dos se hubiesen olvidado de sí mismos para meterse en la piel de sus personajes. También fue un acierto escoger a Lyudmila Saveleva, puesto que sabe expresar tanto amor y tanta renuncia como para hacer creíble uno de los finales más bellos del cine.
La música nos sonaba mucho a todos y casi todas las espectadoras ya habían visto este filme. Yo lo hice por primera vez, pasando un rato muy bueno, aunque sufriendo conforme se iba desarrollando la historia amorosa, cual si fuese una vida real muy próxima: me recordaba mucho a un tío mío que, por culpa de la guerra civil española, tuvo que emigrar a Francia, dejando para siempre a su antiguo y primer amor ubetense…
Con el aplauso final, nos fuimos todos a casita, comentando el gran peliculón que habíamos visionado, aunque hubiesen pasado cuarenta y cinco años de su estreno, y con una pregunta en nuestras conciencias: ¿Cómo hubiésemos actuado cada uno de nosotros en esa dramática situación…?
Úbeda, 17 de agosto de 2016.