Por Fernando Sánchez Resa.
El jueves, 18 de diciembre de 2014, mis compañeros cinéfilos visionaron Qué verde era mi valle (How green was my valley, 1941), de John Ford. Era la película anunciada para aquella semana y por la que yo tenía mucho interés; mas, por las ocultas e inesperadas leyes de Murphy, no pude asistir, pues se me cruzaron asuntos médicos familiares ineludibles. Es una ilusión que aún no he satisfecho, aunque no pierdo la esperanza de conseguirla.