Gordillo desvela que como broche de oro actuará, el 18 de septiembre, la Banda de Úbeda que ha orquestado 12 canciones de Sabina y que dirige Ramón. Y cuenta alguna anécdota más: la arreglista de la orquestación de estas doce canciones, que no conocía a Sabina y que no le gustaba, se ha quedado prendada de las posibilidades rítmicas, armónicas y melódicas que tienen sus canciones, por lo que ha quedado enamorada de ellas.
Juanjo nos muestra el libro Joaquín Sabina. Concierto privado de Emilio de Miguel Martínez que cuenta anécdotas de Sabina muy sabrosas, recomendando su lectura. Piensan ficharlo en un futuro, y dice lo que exclamó espontáneamente Sabina, cuando lo leyó: «¿Quién es el cabrón de Salamanca que ha escrito esto?»; y, entre carcajadas de todos, Gordillo lee los últimos párrafos de esta original biografía.
Vuelve a poner Natalia la televisión para que Sabina nos lea algunos poemas que declamó en la pasada edición y todos quedamos con la boca abierta, admirados y expectantes, pues hace un preciso y precioso resumen de su vida comenzando “A los catorce años, parece que fue ayer…”.Y declama, después, otro poema más cortito que sirve para poner en evidencia su melancolía del tiempo pasado, “En la provecta edad en la me encuentro…”.Y ya nos podemos marchar a la Alfarería Tito, en la Plaza del Ayuntamiento, a hacer la quinta estación cultural.
Ahí admiramos sus preciosas y originales piezas alfareras, en los bajos de la mansión solariega en la que se encuentra enclavada. Juanjo nos muestra los bombines de cerámica, que ya se están preparando para regalar en esta edición a ganadores y personajes destacados, que también se pueden comprar por 50 euros, y aprovechamos para realizar una pausada visita a la alfarería, viendo y fotografiando (a placer) todo lo que nos interesa, a la vez que entramos en su hermoso patio para disfrutar de su amplio espacio, cuando el sol gana la partida a las blancas nubes.
Y para finalizar, ya solamente unos cuantos asistentes ‑puesto que el resto ha marchado a sus quehaceres u ocios domingueros‑ nos dirigimos al Real, para realizar la sexta y última parada: la “Taberna Melancolía”, que por cierto está casi llena. Es el santuario de este cantautor ubetense, donde hay multitud de fotografías y recuerdos sabineros. Confirma nuestro amable guía que la fachada de este bar es la más fotografiada de todos los rincones de Úbeda, pues no hay turista que pase por esta calle y no se lleve, en su móvil o cámara, una fotografía de recuerdo, además de tomar una copa acompañada de su abundante y típica tapa. Juan José Valdivia, un acuarelista renombrado, que ha sentado sus reales en esta ciudad sabinera, tiene el detalle de invitarnos a unos cuantos, lo que le agradecemos sobre manera.
Y cada cual marcha adonde quiere o debe. Yo voy a visitar a mi querida madre que, a sus 91 años, bien me espera, aunque son más de las una y media y el estómago pide su recompensa por haber estado caminando y departiendo alegremente más de dos horas y media por la Úbeda monumental y entrañable que tanto están revitalizando ubetenses ilustres, nacidos aquí el siglo pasado, como Joaquín Sabina o Antonio Muñoz Molina, entre otros…
Úbeda, 22 de mayo de 2016.