“Los amantes de Montparnasse”

Por Fernando Sánchez Resa.

La agradable y sutil llamada del cine más puro y exquisito eclosiona, cada jueves, en la Ciudad de los Cerros, generando alegría y placer tangibles en el alma cinéfila de los escogidos aficionados ubetenses y afines que sellan, su feliz encuentro, en el Hospital de Santiago.

Así ocurrió el 13 de marzo de 2014, a las 19:30, pues una desgarradora peli los esperaba para comenzar un nuevo ciclo sobre cinco pintores famosos, mediante interesantes guiones y realizaciones. Había llovido parte de la tarde y, nuevamente, abrigo, bufanda y paraguas habían de ser seguros compañeros para que, cuando terminase la sesión cinematográfica, no se pescase un resfriado inoportuno.

Los amantes de Montparnasse (Montparnasse 19, 1958), un biopic (película cinematográfica que trata de la biografía de una persona) sobre los últimos meses de Modigliani (interpretado magistralmente por Gérard Philipe), con guión de Jacques Becker y Henri Jeanson, y bajo la dirección de Jacques Becker, era la sorpresa que tenían preparada nuestros buenos amigos del Cineclub El Ambigú.

Juan nos explicó (someramente) el filme que íbamos a visionar en V.O.S.E. (versión original), con subtítulos en español; recordándonos que es la mejor manera de ver cine: así, se pueden apreciar las verdaderas voces de los actores, aunque perdamos ciertos detalles en las imágenes. Mereció la pena escuchar, con ese francés tan musical, la vida del famoso y desgraciado pintor italiano Modigliani, artísticamente recreado en unas callejuelas del barrio de Montparnasse con sus modestos restaurantes y buhardillas, de un París de entreguerras, que estaba lleno de artistas que aspiraban a triunfar, consiguiéndolo muy pocos. Juan se sinceró diciendo que le gustaba más esta versión que otro remake (‘nueva recreación’) realizado posteriormente, pues los actores tienen más empaque y la historia está más en su salsa. Nos comentó, también, que este trabajo es un homenaje a Max Ophüls, ya que colaboró en el guión dejando cierta huella que se puede apreciar sutilmente. No desveló toda la historia, simplemente nos advirtió que tenía un final seco y sorprendente; aunque ya más de uno lo vislumbrábamos…

La resumida biografía del pintor y escultor italiano Amadeo Clemente Modigliani, perteneciente a la denominada Escuela de París, es la siguiente: nació el 12 de julio de 1884, en Livorno (Italia), y murió el 24 de enero de 1920, en París (Francia). Pablo Picasso, Paul Cézanne y Henri de Toulouse‑Lautrec fueron los pintores que más le influyeron. Solamente tuvo una hija: Jeanne Modigliani.

Esta magnífica película retrata los últimos meses de vida del pintor Amadeo Modigliani, hijo legítimo de Vincent Van Gogh en cuanto que no vendía un cuadro en su vida; pero, nada más morir, los tiburones devoraron su obra. “Modi” fue despreciado e ignorado por sus contemporáneos, viviendo en la miseria, mientras fluía el verdadero e innegable amor entre la pareja, así como la muerte y una enorme tristeza, ya que su único consuelo era el alcohol y las mujeres. Becker borda su trabajo mediante brochazos de amor, crueldad, decadencia y tragedia en ese París que huele a miseria y vida efervescente. Una curiosidad: hasta hace poco, era una película muy poco visionada y, hoy, ya es un clásico del cine francés. Paradojas de la vida…

A Becker no le interesa filmar una biografía completa de Modigliani, sino plasmar un retrato humano sincero, sin ser todo lo fiel que debiera expresando la realidad. La película es el resultado de la particular mirada de un artista (Becker), al igual que Modigliani mostraba en sus retratos su particular perspectiva. Creo que esta película resulta más emocionante, porque, en el fondo del retrato, Becker ha sabido incluir personajes muy interesantes, que enriquecen las perspectivas de la obra. Los cuatro personajes principales están excelentemente concebidos y retratan a seres entrañables, lo que hace que los intérpretes realicen una excelente labor, pues tienen muy claro lo que representan: Jeanne (Anouk Aimée), su gran amor; Beatrice (Lili Palmer), su protectora inglesa y acaudalada; y otros mediocres: el padre de Jeanne que no permite esa relación pasional y destructiva; el gendarme que hace retirar un cuadro del escaparate por obsceno; y el repugnante Morel (Lino Ventura), un marchante despreciable y abyecto que merodea como ave carroñera a su presa, pero que, desgraciadamente, tenía la virtud de reconocer el talento que una sociedad estúpida despreciaba.

Es una película maravillosa e inolvidable, que tiene sentencias de diálogo que lo expresan todo:

—Me encanta trabajar con mucha gente; así es como puedo sentirme solo.

—Bebo para no estar contigo; para estar sin ti.

—El vino es una bebida honesta, hay que beberla de pie, con humildad.

—A mí, tres vasos no se me suben a la cabeza; que sepáis que yo me emborracho de mí mismo.

Para entender y apreciar este filme, es necesario conocer que el cineasta quiso filmarla en blanco y negro para mostrar el drama personal y el clima pesimista y malsano del relato, sin dejarse tentar por el color.

Sonó fuerte el aplauso, al final de la proyección, al ser una historia triste y real en la que Modigliani adquirió la fama (como le ocurrió a Vicent Van Gogh y otros afamados pintores), después de su muerte, mientras arrastró una vida miserable y desgraciada envuelta en alcohol y amores, marcada por el carácter y el orgullo de no permitir vender sus cuadros a cualquier precio…; sin embargo, la amargura y el desánimo nos salieron al paso mostrándonos descarnadamente el concepto de arte, juntamente con el amor y la amistad, absolutamente intensos, que parecen estar siempre supeditados a la bohemia.

Una película excelente, un drama lleno de interés y humanismo característicos del talento de un director que, al revés que Modigliani, fue reconocido en vida, para después ser olvidado hasta hace pocos años.

Suscribo la definición que dio Rilke a la fama: «Es el conjunto de malentendidos que se reúnen en torno a un hombre».

Úbeda, 16 de mayo de 2016.

fernandosanchezresa@hotmail.com

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