Jai… mebajá melajá… ula

Por José María Berzosa Sánchez.

Este título de mi breve comentario lo explico después. Ahora, quiero daros las gracias a todos los que habéis venido, saludándoos muy afectuosamente, tras tantos años de recuerdos y buenas memorias, en este nuestro centro generoso ‑pero muy exigente‑, al que todos estamos agradecidos (los que estamos aquí) y al que otros (que no han venido) puede que le tengan cierta tirria.

“In illo tempore”, cuando estábamos en Primero de Safa y nuestros tutores nos indicaban que le dijésemos si queríamos estudiar Magisterio o Formación Profesional, yo estuve casi dos meses en duda, porque mi gusto y preferencia iba hacia la técnica profesional, y no hacia la teoría magistral.

Pero como tenía ya unos amigos entrañables desde el curso de Preparatoria (Ballesta, Cabrerizo, Herrera… ‑que están aquí‑), opté por quedarme en Magisterio. Y, a partir de ese momento, poco a poco, empecé a darme cuenta de que los técnicos tenían unos conceptos e intereses diferentes a los nuestros. Y no es porque fueran totalmente opuestos, sino porque las perspectivas y sus usos eran distintos. Esa es la razón por la que, entonces, no nos entendíamos los de profesionales y los de magisterio.

Por esa inclinación mía hacia la técnica, aprobé la licenciatura de Filología en la UNED, en 1978. Y me he jubilado como catedrático de Lengua y Literatura en Secundaria (antes se llamaba Bachillerato), para satisfacer mi apetencia, que la he desarrollado con mis escritos sobre Lengua: Bases para el comentario, editado en forma impresa; y Guía lingüística, que nuestro admirado técnico profesional, Pepe Aranda ‑aquí presente también‑, me ha publicado en su página de internet.

Paco Bordés ‑profesional safista‑, hermano de Alfonso (compañero nuestro en Preparatoria), me ha indicado que os regañe a todos (con cariño), por aquella complicada relación que tuvimos a través de la intensa y distinta actuación del famoso padre Marín, que llevó a los profesionales a enfrentarse con los de magisterio, para darles fuerza y seguridad en su preparación profesional. Entonces, no entendía el porqué de esa incomprensión colectiva. Pero, se ve que eran dos formas de comprender una profesión; igual que se puede interpretar el texto inicial de mi intervención: Jai… mebajá melajá… ula, o Jaime, bájame la jaula. Esta frase me la explicó don Jaime Roselló, mi paisano de Jaén y vuestro profesor de Enseñanza Profesional, porque alguno de vosotros se lo dijisteis en el raro idioma.

Así que a ver si, por fin, hemos aprendido árabe y español todos y nos comprendemos perfectamente. Espero que sí. O, mejor dicho: estoy convencido de que todos nos queremos y nos respetamos intensamente… hace tiempo.

Bienvenidos, saludos, abrazos, y que sigamos en nuestra mutua comprensión.

berzosa43@gmail.com

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