Por Jesús Ferrer Criado.
La suave pero firme presión que mi brazo derecho ejercía sobre su cintura no producía avances notables en la situación y, para ser más claro, debo confesar que en los últimos dieciocho segundos, a pesar de un aumento casi obsceno de mi esfuerzo, el progreso había sido nulo. Súmese a ello un gesto casi despectivo por su parte, obstinada ella en mirar para su derecha y evitando no solo el menor contacto con mi cara, sino incluso mi mirada misma.