Malas formas

Por Mariano Valcárcel González.

Las formas; que nos pierden las formas.

Y no es cosa de pasarlo por alto; que las formas no son modo de hipocresía, sino modo de saber estar y saber pertenecer a un grupo, a una sociedad, que se supone ha salido de la barbarie de los gritos y los cachiporrazos para afrontar sus diferencias de otro modo. Las formas son producto de la civilización y, si se pierden, está esta perdida asimismo.

Que yo no digo que con las formas se tapen (o al contrario) las verdades. Es que las verdades se pueden decir y pregonar con las debidas formas. Y no por ello dejarán de serlo. Pero quien se atiene a la falta de formas, en general, lo que pretende es encubrir su falta de discurso y de razonamientos con descalificaciones absolutas, gritos, amenazas y presentación pobre y sin desarrollo de argumentos de sus ideas (?), que pueden hasta contener verdades, pero que les son descalificadas o devaluadas de inmediato por culpa de la falta de formas.

Miren a ese señor Maduro, que tiene una responsabilidad enorme por el cargo representativo y de gobierno que detenta respecto a la nación venezolana, toda la nación venezolana. Este hombre demuestra la falta de preparación y de recursos ‑creo que también la falta de intelecto‑, para llevar a cabo la enorme tarea que se le requiere, por la dignidad que tiene conferida. Este hombre estaría bien en una asamblea de vecinos (chillando, digo, y descalificando a diestro y siniestro) o a lo sumo un concejo municipal; pero al frente y representación de una nación completa…, déjeme usted.

Y no es que el pobre no lleve razón en algunos de sus exabruptos; es que reducidos así, a exabruptos, todos los razonamientos quedan como mera tralla, mero pataleo, mera gana de joder por joder. El sistema del bravucón de toda la vida. Que fuerzas conservadoras españolas (y de otros lugares, no lo olvide él) hayan maniobrado para que se revierta la situación política de su país puede ser verdad; que, incluso a nivel de alta influencia, no me sería nada extraño; pero también es verdad que otras fuerzas, no tan derechistas, también han declarado y tratado de aclarar que ese régimen que pretende llegar al Partido Único, vía procesos seudodemocráticos, está violando los principios fundamentales de una real democracia.

Sí, el manto del Partido trata de controlar todos los niveles de la vida democrática, incluidos a los poderes clásicos. En trance de lograrlo totalmente, está. Aunque también es verdad y mucho más sutilmente y con respaldo de la legalidad establecida, en España, también el partido del gobierno ha logrado hacerse con ese apetecido e imprescindible control. Pero Maduro no entiende que, al fin y al cabo, por aquí se puede ir a elecciones con bastante garantía de limpieza y revertir la situación; pero allá, con seguridad, sería mucho más difícil.

Y como Raúl Castro ha decidido dar cierto viraje, pragmático, a su cantinela antiyanqui, que deja de ser el maligno (según el oráculo difunto), pues entonces el venezolano se encuentra sin enemigo normativo y echa mano para sus soflamas y denuestos barriobajeros al tan socorrido colonizador y genocida español. Sí, ahí van las cantinelas soeces de siempre, válidas para mítines tabernarios (y se ve que, con esa estima, trabaja a su pueblo este señor), que dan buen juego; los españoles, malísimos; sus gobernantes, peores. Y lo que se puede chillar en calurosa zambra de alcohol y calor caribeño, se chilla en medios de propaganda gubernamental… ¡Qué bien se lo pasan, chillando y oyendo!

Las formas que corresponden a un presidente de la nación no existen. Porque nunca se enteró, exactamente, de cuál es su función. La educación, tampoco; no digamos ya el dominio de la diplomacia. Yo no defiendo a Aznar, que en efecto fue un servil, a las órdenes del americano; ni a Rajoy, por lo que hace acá con su mismo pueblo; ni lo que González ahora pueda hacer, que él sabrá; pero defiendo y exijo el respeto. Y si no se tiene ni un mínimo de respeto, pues…

Me extraña que estos nuevos adalides de la regeneración política en España hayan sido colaboradores o asesores del venezolano. ¿En qué asesoraban o colaboraban?, ¿en mantener un tono y un discurso político añejo y manido, fullero en su populismo trasnochado (y no digamos lo trasnochado del acento discursivo), para mantener a las masasen una actitud servil y seguidista? Resultará que, ahora, esas formas y esos tonos son la esencia y el motor de la revolución en marcha; y que los actos de gobierno y de administración, buen gobierno y mejor administración, son mucho menos importantes. O sea, que realizar una correcta labor orientada a la mejora de la situación y las condiciones materiales ‑y no sólo ideológicas‑ de los ciudadanos es cuestión secundaria; o eso parece en la planificación estatal. Tal vez, en esos asesoramientos, prime la teoría universitaria de los españoles, tan cargada de doctrina, que ‑por otro lado‑ no es auténticamente nueva. Y se ve con casos ocurridos muy recientemente; que, de la teoría a la práctica, el discurrir es, a veces, contradictorio, si no se demuestra realmente imposible.

No predico que solo con las debidas formas esté todo en perfección; que la exquisitez, a veces, esconde la mayor perversión. Y muy suavemente te pueden estar jodiendo la vida, sin alzar la voz, de manera muy educada y ¡ay, si tú, ya harto de tanta hipocresía, te cargas de razón y la chillas!; pues, entonces, tú serás el maleducado… Claro; por eso debe ser que se impone la llamada “ley mordaza” (es que no los entendemos, para garantizar la buena educación).

En fin, que nos pierden las formas con malas formas. Y esto es extensible también a nuestros lares. Mala cosa.

marianovalcarcel51@gmail.com

Autor: Mariano Valcárcel González

Decir que entré en SAFA Úbeda a los 4 años y salí a los 19 ya es bastante. Que terminé Magisterio en el 70 me identifica con una promoción concreta, así como que pasé también por FP - delineación. Y luego de cabeza al trabajo del que me jubilé en el 2011. Maestro de escuela, sí.

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