Por Dionisio Rodríguez Mejías.
5.- La tragedia de los montañeros.
El día de Año Nuevo, a las siete de la tarde, las campanas del santuario doblaron por la muerte de los excursionistas. Los detalles me los contó antes de marcharnos.
—Les faltó muy poco para llegar —dijo Escudé—; los encontramos en la Fontalba, cerca de Queralbs. Habían estado muchas horas bajo cero y el forense de Ribas certificó la muerte. Se perdieron la noche de fin de año durante el descenso, cuando regresaban del Puigmal. La familia denunció su desaparición y la pareja de la Guardia Civil vino en busca mía. Cuando los encontramos, dos de ellos habían muerto por congelación y el más joven, al que intentamos recuperar, falleció al día siguiente.