Presentado por Manuel Almagro Chinchilla.
En esta ocasión, nos cuenta Ramón Quesada una completísima descripción de la vida taurina de un personaje que acaba de llegar a ese elenco privilegiado y escaso de las figuras más señeras de nuestra fiesta nacional. No quiero citar nombres en esta breve introducción, no sólo por el excesivo espacio que ocuparía, sino porque desvelaría la impronta de la gloria que está reservada a los grandes mitos. Observen a los “compañeros de viaje” de nuestro gran torero, al que no se le dieron muy bien las letras, al menos no tanto como el arte que se dibuja entre los cuernos de un morlaco. Observen las ganaderías, los triunfos conseguidos y los lugares adonde era reclamado y aclamado.
Decir finalmente que a “Carnicerito” se le erigió una estatua en una de las esquinas de la rotonda de la calle Trinidad con la avenida de la Libertad. Cuando Ramón Quesada escribió el presente artículo, aún no se le había hecho.
◊
(Del libro en preparación, Úbeda: Hombres, de Ramón Quesada Consuegra).
Millán Díaz, Antonio (“Carnicerito de Úbeda”). Matador de toros. (Úbeda, 22‑9‑1947 / 4‑11‑1976). Fue su primera profesión, después de terminados sus estudios de primera enseñanza, la de carnicero, de donde tomó el sobrenombre de “Carnicerito”. Sin apenas pasar por tentaderos ni por el denominado “toreo de salón”, vistió por primera vez el traje de luces en una novillada sin picadores en la plaza de Úbeda, el día 28 de mayo de 1964, lidiando novillos de Jiménez Pasquau y alternando con Manuel Betanzos, Curro Pino, Carlos Alamín, “El Jaro”, y Leonardo Muñoz, “Nazareno”.
Con reses de Juan Pedro Domecq, toreó su primera novillada picada en la plaza de toros de Jaén, el día 13 de junio de 1965, festividad de su onomástica, siendo compañeros de terna “El Monaguillo” y Fernando Tortosa.
Se presentó en la Monumental de Madrid, el 5 de marzo de 1967, con Gregorio Lalanda y Adolfo Rojas, en la lidia de seis novillos de Maribáñez, donde obtuvo un triunfo clamoroso, cortando una oreja y ganando los comentarios favorables de los distintos medios informativos.
En una novillada picada que, a beneficio de la “Vejez del Torero”, se celebró en Zaragoza, el día 28 de mayo de este mismo año, en la que alternaba con Paco Herrera, “El Monaguillo”, y José María Sussoni, un novillo de la ganadería de Navarro Salido, de Sevilla, le ocasionó una cornada de nueve centímetros en la ingle derecha. Fue su “bautizo de sangre” y la primera experiencia dolorosa por la que habría de pasar tarde o temprano, dado su extraordinario valor.
En diciembre de 1967, la recién constituida Peña Taurina “Carnicerito de Úbeda”, orgullosa y agradecida al torero de la tierra, le rindió un merecido homenaje en el que se dio cita toda la afición de Úbeda, que, con demostraciones de simpatía y cariño, pidió al torero que hablase de sus triunfos, lo que hizo entusiasmado.
Luego de varias novilladas por importantes plazas de España, como nuevamente Madrid, Sevilla, La Coruña, Almería, Barcelona y Huelva, y otras del sur de Francia, como Bayona, en las que adquirió experiencia, seguridad y serenidad, cosechando triunfos y cortando trofeos, tomó la alternativa el día 10 de marzo de 1968, en la plaza de toros de Úbeda, de manos del maestro rondeño Antonio Ordóñez, actuando como testigo el madrileño Ángel Teruel, “Cantito”.
De la ganadería salmantina de don Lasardeo Sánchez, que pesó en canal 245 kilos, fue el toro de su doctorado, al que cortó las orejas y el rabo, y cuya cabeza, disecada, se conserva en la peña taurina que lleva su nombre. Vestía “Carnicerito de Úbeda” de celeste y oro y, en el capote de paseo, llevaba bordada la efigie de la Patrona de Úbeda, que posteriormente sería ofrecida por el maestro a la Santísima Virgen de Guadalupe y que se guarda en el Santuario del Gavellar. La tarde de la alternativa fue gris y fría. El toro, por su hermosa lámina, fue acogido gratamente por el público. La alternativa se ofreció a las cuatro y cincuenta y cinco. En su segundo, que cerraba pieza y que se descompuso al fracturarse el cuello en un golpe de salida contra el suelo, el torero de Úbeda cortó una oreja.
Confirmó su doctorado en la Monumental de Madrid, el 20 de mayo de 1969, de manos de Paco Camino, y testigo Francisco Rivera, “Paquirri”. El ganado, de don Pío Tabernero de Vilvis, de Salamanca, dio buen juego y Antonio Millán, una vez más, obtuvo un resonante triunfo. Pero antes de llegar a la confirmación en Madrid, “Carnicerito de Úbeda”, el 11 de septiembre de 1968, en Albacete, con toros del conde de la Corte, había conseguido el más destacado triunfo que se le recuerda, y que fue certificada por la prensa como «la mejor corrida de la temporada». Toreaba aquella tarde con Miguel Mateo, “Miguelín”, y Diego Puerta. Cortó todos los apéndices de sus dos astados, dio varias veces la vuelta al ruedo y salió a hombros de los albaceteños.
Los éxitos de “Carnicerito de Úbeda” se “hacían saber” a los ubetenses por medio de cohetes: uno, una oreja; dos seguidos, un rabo. El año 1970 conquistó, en la plaza de toros de Úbeda, el “Trofeo Lagartijo”, instituido por el Ayuntamiento a propuesta del aficionado local Antonio Pasquau Cortés, para destacar la más destacada faena dentro de las corridas de feria.
Pero lo que no consiguieron los toros, a lo que no pudo llevarle su valor, lo logró un fatal accidente de circulación, el jueves día 4 de noviembre de 1976, cuando se dirigía a Navas de San Juan y a unos doce kilómetros de su ciudad natal. Iba, como todas las tardes, a visitar a su prometida.
El sepelio se celebró un día después, a las cinco de la tarde. Acompañado por unas quince mil personas, al féretro, cubierto con el capote de paseo del maestro y precedido de un gran número de coronas de flores naturales, se le dio la vuelta al ruedo de la plaza de toros entre una cerrada ovación, mientras la banda de la Agrupación Musical Ubetense interpretaba el pasodoble “Trofeo Lagartijo”. Los restos mortales de Antonio Millán, “Carnicerito de Úbeda”, descansan en el Cementerio Municipal San Ginés, de Úbeda.
Su última actuación en los ruedos fue el día 1 de octubre de 1976, en la feria de Úbeda, con toros del conde de la Corte, alternando con Dámaso González y Paco Alcalde, corrida en la que cortó sus dos últimas orejas.
Tenía en su haber dos cogidas graves, una corrida televisada, tres salidas a hombros de la Monumental de Madrid y fue un estilista del toreo. Clásico, en una época en la que predominó la oponente valentía, en la que los recursos naturales hacían aparecer a los ojos de todos como suicida una faena que sólo podía calificarse de mediocre. Supo mandar, templar y llevar su arte inspiradísimo a la verdadera afición. Así fue su toreo, porque su escuela fue la eterna, la que no podrá jamás modificarse.
(13‑11‑1976).