En estos momentos me encuentro ante una crucial ambivalencia: estoy alegre por coronar esta importante etapa profesional de mi vida, sano y salvo, pleno de vivencias y buenas resonancias (porque las malas es mejor olvidarlas o dulcificarlas); y, a su vez, triste y nostálgico, por dejar a esos niños que tanto me quieren y me han dado, y a todos vosotros que me estimáis demasiado…
Todo esto no quiere decir que yo no tuviese ganas de marcharme, sino todo lo contrario: la vida es una larga sucesión de estadios vitales concatenados con la profesión, el estado civil, la amistad, los intrínsecos problemas del vivir y de la salud… que yo he tenido la suerte de sortear bien, por lo que estaba deseoso de jubilarme, con la mente y la salud en condiciones favorables.