El torero que arriesgaba hasta en los brindis

Plaza de toros de Zaragoza. Día de la Virgen del Pilar. Lleno hasta la bandera. La presencia de Ignacio supone un éxito tan grande que el empresario le ha firmado un contrato en blanco para el año siguiente. La anécdota es increíble. Llega la hora de brindar y el torero se acerca a su amigo, el onubense Pérez de Guzmán, y le dice para que lo escuche toda la plaza: «Brindo la muerte de este toro por la Virgen verdadera, por la nuestra, por la del Rocío…». El escándalo que se monta es enorme y los aplausos que se había ganado se transforman en insultos. Costaría creerlo si no tuviéramos constancia escrita del suceso, por su mozo de espadas, que al día siguiente le dice al periodista: «Ya sabrá usted lo de Zaragoza. Es que ya exponemos hasta en los brindis, don Gregorio».

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