Como un rito más que cumplimentar, vamos apareciendo los llegados de los cuatro puntos cardinales del campo andaluz, que dice el viejo himno, recientemente modificado en la letra y no en el tono. Bien se podían haber cambiado las dos cosas para no correr el riesgo de volver, instintivamente, a la misma grafía. Pretender un cambio, a medias, cuando se han cumplido siete décadas de vida, se corre el peligro de cometer una equivocación a enteras. Además, vano empeño, pues, hasta los cromosomas lo han metabolizado y luce orgulloso su “adeene” safista. Nada…: ¡Originalidad. Uno nuevo, Antonio!
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