Por fuera, este templo es una perfecta catequesis mediante esculturas de personas, plantas, animales y símbolos encastrados en una inmensa espiral ascendente donde el espectador, al contemplarlos, va elevando poco a poco su mirada hasta acabar con la vista dirigida al cielo, lugar de donde viene la luz, verdadero interés de esta obra, en la cual, la arquitectura no es más que un instrumento de la mística: la piedra y la luz tienen una misma esencia porque ambas surgen de un mismo punto.
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