Sigo con mi pequeña barca de río y sin remos,
pero ya no busco un puerto,
ni siquiera el mar.
Acompaño niños, poemas vivos,
a la orilla,
y les veo marchar.
Estos versos, escribía cuando enseñaba paparruchas en las aulas; ahora que ni eso enseño es cuando más aprendo desaprendiendo. A mi nieto y a mí nos gusta más el recreo que las clases. A mi nieto y a mi nos gusta más inventar juegos que comprarlos; la playa más que los hospitales; las cosas por establecer que las ya establecidas (y más si nos las imponen)… En fin, que nos gusta mearnos en nuestras sombras.