La historia de nuestras emociones

Lo esencial de la vida de una persona no es su currículo sino la calidad y nobleza de las emociones que ha albergado su corazón (su cerebro).

Profundizando en los hechos históricos

La Historia que estudiamos en nuestra infancia y adolescencia fue una historia de hechos, reyes, batallas y fechas. Una historia “externa” de eventos (Histoire événementielle, dicen en francés, ‘Historia que describe los eventos’). La concepción de la Historia del Peloponeso de Tucídides ‑que leo de cuando en cuando con mucho placer y que recomiendo al lector‑ es mucho más profunda, gracias a sus análisis de causas, de evoluciones de ánimo de las masas, etc. Los historiadores de hoy presentan la Historia bajo el ángulo del desarrollo de las ideas y de las formas políticas. Los mismos acontecimientos son analizados desde perspectivas más profundas.

Mirando hacia atrás, de nuestra historia personal podemos repasar el nivel externo de los acontecimientos más destacados de ella, o bien analizar nuestra vida en profundidad.

Cuando comenzamos a conocer a una persona, nos sucede igual que con la Historia. Normalmente, empezamos interesándonos por los detalles de su currículo, origen, formación, profesión, estado civil, y otros datos externos de la persona. Las empresas se interesan primeramente sobre estos datos para reclutar el personal. Pero hay algo más esencial en la persona que los datos curriculares.

Lo esencial de una vida

Al hacer el balance de la propia vida personal ya trascurrida, nuestra consideración se debiera fijar en el trasfondo íntimo de una vida, más allá de los grandes acontecimientos que la entretejieron, e incluso más allá de las decisiones cruciales que la determinaron, como la del matrimonio, la selección de estudios, carrera, empleo.

Porque lo que a fin de cuentas queda en el fondo del crisol de nuestra existencia son las emociones vividas. Los placeres, los amores, las alegrías y las penas.

Lo esencial de la vida ocurre en nuestro cerebro, en interacción con su entorno, sin el que la vida del cerebro no es ni posible ni comprensible.

El cuerpo aporta placeres gastronómicos, estéticos, sensoriales, sexuales que el cerebro modula y que, a su vez, lo modifican en continuidad.

Pero el cuerpo no es sino un pretexto. Es como el trípode, cuya razón de ser es sostener la partitura musical, que es lo esencial; es decir, el cerebro. Lo que no quita que las entradas sensoriales corpóreas sean indispensables para el continuo despliegue de esa entidad dinámica que es el cerebro.

Haciendo el balance

A lo largo de nuestras vidas, hemos tomado decisiones cruciales que han determinado nuestro currículo ulterior. Las decisiones se toman en función de motivaciones, carburantes del motor cerebral. ¿Cuáles han sido las motivaciones que nos han inducido a escoger tal compañero(a) de vida, a seguir tales estudios, tal tipo de trabajo, o tal otra decisión importante?

¿El dinero, el poder? Sólo superficialmente. No son el objetivo real y último, sino que sólo son medios para satisfacer los deseos más íntimos que dinero y poder nos procuran, como el orgullo, la autosatisfacción, el confort, y placeres de todo género.

Nuestras motivaciones últimas, ¿han sido las amistades, nuestras compañas, nuestros padres, nuestros hijos…, en suma, nuestros amores, incluido el más importante, el de nosotros mismos? Al hablar de amores, me refiero a las distintas formas en el espectro de los afectos positivos. El análisis de estos afectos positivos revela que existen gradaciones de intensidad y nobleza, y que hasta se manifiestan formas espúreas.

La bella y conocida frase de San Juan de la Cruz: «En la tarde de la vida te examinarán en el amor», cobra un nuevo sentido. ¿Qué verdaderos amores has vivido a lo largo de los años? ¿Qué es lo que te ha dado el gozo del vivir?

Te examinarán en el amor

¿A quién has querido realmente y de verdad, hasta llegar a tu propio sacrificio? ¿Quién te ha querido de verdad? ¿Qué amores y qué amistades han sido únicamente hojarasca vana y pasajera? ¡Qué de mentiras, falsificaciones, autoengaños y medias tintas se han entremezclado!

En resumen… la historia de tus emociones es tu propia biografía más íntima. Este sencillo retorno al propio interior es una gran lección de vida. Sólo a la luz de esta recóndita biografía de las emociones, se calibra el verdadero éxito de las existencias humanas en el terreno donde realmente se mide: el del amor.

Hay, sin embargo, muchas personas que se juzgan a sí mismas y a los demás considerando sólo el nivel externo y curricular de la historia de los eventos de su vida. Es un juicio superficial. Lo importante es qué amores viven y han vivido.

bf.lara@hispeed.ch

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