10-04-2012.
«Es en los problemas reales (como el de los contratos y salarios discriminatorios ‑que persisten y no se atajan‑; los despidos improcedentes, cuando la mujer queda embarazada; las actitudes machistas de empleadores y jefes ‑e incluso vejaciones y acosos‑ tan frecuentes y permitidas; las dificultades para la verdadera promoción laboral y social que la mujer todavía aguanta ‑que no se arregla ni con esas paridades tan injustas, ni con imposiciones ad hoc‑, etc., etc.), por donde se debería haber empezado e insistido de manera radical y sin desmayo. En la mejora real de la mujer a todos los niveles».