¿Verdades?

17-01-2012.

El artículo de Dionisio no hace sino reflejar la realidad de la vida a través del relato de unas vivencias escogidas en el rico repertorio literario del autor, unas veces figuradas (cuento de Andersen) y otras reales; pero en todas se encuentra la Verdad en discordia, aún sin nombrarla una sola vez -curioso-, salvo cuando cita la obra de Goethe: Poesía y verdad.

Cierto es que no pretende hablar de la verdad, sino resaltar la falta de integridad y decencia de esas personas de baja moral que, conscientes de su influencia, se encuentran siempre merodeando en las áreas del poder y conocen perfectamente cómo manipular la verdad para hacerla compatible con sus intereses.

Es el caso del cuento de H. Ch. Andersen, El rey desnudo, en donde la mayoría, o toda esa real cohorte de allegados oportunistas, hizo ver a su rey que (a pesar de estar en pelotas) lucía el traje más bonito del mundo. Convencido, no tuvo el menor reparo en desfilar públicamente, de esa guisa, para mayor deleite de sus súbditos, al contemplar tan singular vestimenta. Confirmaba tal disparate la entusiasta participación, cuando no la complicidad del silencio borreguil de la mayoría del pueblo, como es natural. Solo un niño, en su inocencia («Los borrachos y los niños siempre dicen la verdad»), no pudo digerir la trágala y gritaba desesperadamente que el rey iba desnudo.

Hasta aquí, nada que reprochar al niño; tampoco al rey, pues cada uno manifestaba, de la manera más llamativa posible, su verdad.

A pesar de ser una fábula, no exageraba mucho Andersen, pues, si a más de uno de nosotros nos dijeran, todas y cada una de las personas con las que nos encontramos en el día, que tenemos la cara amarilla, me gustaría conocer nuestro proceder respectivo.

Cada uno defiende su verdad con los mejores argumentos, configurándola de la mejor forma posible para la consecución de sus intereses.

A veces, me pregunto si la verdad es cuestión de mayorías. Recientemente, hemos sido convocados en España para elegir el mejor gobierno; todos conocemos el resultado. ¿Será el mejor? Pronto tendremos oportunidad de elegir el mejor gobierno para Andalucía. ¿Y si salen los mismos? ¿Será el mejor?

Como digo, hay formas distintas de presentar la verdad, según convicciones. Y aquí quiero referirme a esos seres maravillosos, las flores de Edelweiss, de los que Dionisio hace la siguiente descripción:

Viven en lugares tan inaccesibles y peligrosos que muy pocos arriesgan la vida para subir a buscarlas, llevarlas a casa y lucirlas como una joya. Esas flores tienen un secreto: viven camufladas y se esconden bajo la apariencia de una sola flor, cuando en realidad son conjuntos de florecillas diminutas que necesitan agruparse para sobrevivir.

Yo, en cambio, las describiría de esta manera:

Viven en lugares inaccesibles y peligrosos, habiendo quienes asumen gustosos el riesgo de subir para tratar de tomar vídeos de tales joyas y llevarlos a casa para su posterior estudio y divulgación, que fomente su protección y respeto. Estas flores viven sin competencia en un nicho ecológico, adonde se dan los nutrientes específicos; un hábitat que, se diría, ha sido creado expresamente para ellas. Tienen un secreto: en realidad son pequeñas florecillas que se agrupan para adoptar la forma de una sola flor, para resaltar y lucir con más prestancia y belleza.

Es complicado hablar de la verdad, máxime si tropezamos con gente que quiere imponerla a la fuerza. Son los intolerantes fanáticos, existentes en todas las culturas.

«¿Qué es la verdad?», preguntó Pilatos al galileo (Juan 18, 38). Pregunta que fue respondida con un profundo silencio. ¿Intencionadamente? Quizá sí. Tuvo la oportunidad de haber definido la verdad y de habernos ahorrado muchos quebraderos de cabeza. O quizá no quiso repetir la definición que ya había dado con anterioridad (Juan 14, 6-14): Yo soy el camino, la verdad y la vida, que yo interpreto como la materialización de Dios en el hombre.

La vida: acción, actividad, movimiento, trabajo; nacemos, crecemos y morimos.

El camino: es el trayecto por donde transcurre nuestra vida, adonde tiene lugar esa actividad sin la cual no se avanza ni se cubren etapas; es adonde se desarrolla el trabajo con todas sus vicisitudes.

La verdad: es la decisión inquebrantable y voluntaria de cumplir con todo lo anterior, hasta el último día de nuestra vida; es la gracia, la fe, la luz que nos acompaña en el camino y con la que nos fundimos a solas, al final, en el Padre.

Digo esto, acordándome del artículo de Blas en el que habla de fe y de miedos. Miedo es la falta de fe, es sentarse en el camino y ver cómo los fantasmas se apoderan de tu ánimo. Hemos de llegar al final del camino, holgada y placenteramente, desarrollando toda la actividad que sea capaz de generar nuestra mente infinita.

almagromanuel@gmail.com

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